Hay un alimento que se puede hacer en casa y que tiene fama por sus cualidades casi milagrosas. Y lo curioso de este producto es que no se vende ni se compra: quien lo tiene lo distribuye totalmente gratis. Se trata de hongos de kéfir que se emplean para fermentar la leche.
El kéfir, un nombre que sirve tanto para los hongos como para la leche fermentada, es parecido en sabor y propiedades al yogur, pero mientras que el yogur es semisólido y se come, el kéfir se bebe. El kéfir es originario de Asia Menor, donde las tribus nómadas vivían en condiciones sanitarias algo precarias y beber la leche cruda de sus yeguas era un riesgo muy grande. Pero fermentando la leche con el kéfir daba una bebida que es una verdadera joya láctica con un gran abanico de propiedades para la salud.
Cualidades
Investigadores científicos han comprobado que el kéfir posee tantas cualidades antivíricas y antibióticas que es un medicamento preventivo de alto grado. Se emplea para combatir el infarto de miocardio, asma, anemia, esclerosis y, especialmente, alteraciones del aparato digestivo. Donde más se bebe kéfir es en los países caucásicos como Georgia y Armenia, y es ahí donde se puede ver otro atributo del kéfir: la longevidad. Los caucásicos tienen una vitalidad tan juvenil que pueden montar su yegua y trabajar la tierra aún cuando tienen 90 años y más. Ellos dicen que deben su larga vida principalmente al kéfir.
Se puede conseguir los hongos en algunas tiendas de productos naturales, como Yerbabuena en calle Cecili Metel (Tel: 971-71 68 04). Si los hongos están en contacto con cualquier utensilio metálico, se pierden propiedades. Por lo tanto tenemos que lavarlos debajo del grifo en un colador de bambú o plástico. Una vez bien colados, se mete los hongos en un bote de cristal. Una cuchara sopera bien llena es suficiente para fermentar medio litro de leche. Se puede tapar el bote o no, pero ha de quedar un espacio vacío para que los hongos pueden respirar.
La leche tiene que ser entera y fresca. Durante la fermentación el bote puede estar a la luz del día, pero nunca en un sitio frío.
Algunos dicen que la fermentación debe durar de 12 a 24 horas y otros prefieren de 24 a 36 horas. La primera vez que usamos los hongos es mejor fermentarlos durante 15 a 20 horas e ir probando la leche para buscar el punto de acidez al gusto. Usando más o menos leche se puede controlar la acidez y el espesor del kéfir. Una vez hecho el kéfir ponerlo en otro bote y dejarlo en la nevera. Hay que lavar el bote antes de hacer otra tanda de kéfir y tanto en invierno como en verano, se tienen que lavar los hongos dos veces por semana. Siempre es mejor beber el kéfir, o emplearlo para postres, cuanto antes: separado de los hongos, enseguida empiezan a perder algunas de sus propiedades beneficiosas.
Una receta
Un postre sencillo se hace machacando plátanos maduros y añadiendo kéfir para conseguir una crema espesa. Espolvorear la superficie con azúcar moreno y almendras tostadas trituradas. También se puede añadir especias como canela, jengibre, cardamomo u otros aromáticos al gusto. Frutas secas como dátiles, pasas, arándanos o ciruelas también son ideales para hacer un postre rápido y sabroso. A medida que vamos fermentando la leche, los hongos van creciendo y pronto tendremos más de lo que necesitamos. Es cuando tenemos que devolver algunos a Yerbabuena y compartirlos entre los amigos.