Conectarse a una red WiFi pública sin garantías puede convertirse en una amenaza directa para la seguridad de nuestros datos personales y dispositivos electrónicos. A pesar de que ofrecen acceso gratuito y cómodo, estas conexiones con frecuencia carecen de medidas de protección básicas que impidan la interceptación de información sensible.
La Policía Nacional ha alertado recientemente, a través de sus canales oficiales, sobre ciertos criterios fundamentales para evaluar la seguridad de cualquier red inalámbrica abierta antes de unirnos a ella. Estas advertencias buscan minimizar los riesgos y reforzar la cultura digital segura, especialmente en momentos en los que cada vez más ciudadanos demandan el uso urgente de internet, incluso en desplazamientos o espacios públicos.
Muchas instituciones en España, entre ellas el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), insisten programáticamente en que evitar el uso de WiFi públicas es la recomendación principal. No obstante, reconocen que en ocasiones resulta inevitable tener que recurrir a ellas, por lo que es imprescindible saber cómo protegernos.
Recomendaciones para conectarse con seguridad en redes abiertas
Uno de los puntos que la Policía Nacional ha destacado, y que probablemente pasa desapercibido para muchos usuarios, es la importancia de verificar el nombre exacto de la red WiFi antes de conectarse. Es común que los ciberdelincuentes creen redes fraudulentas con características y denominaciones muy similares a las oficiales de establecimientos, hoteles o cafeterías, llamadas comúnmente "redes trampa" o WiFi falsas.
Esta práctica maliciosa les permite acceder a nuestros dispositivos, instalar software malicioso y captar información privada, como contraseñas y datos bancarios. Por eso, antes de pulsar sobre una red wifi, se recomienda preguntar al personal autorizado por el nombre correcto y desconfiar al detectar ligeras variaciones.
El uso de páginas web con protocolo HTTPS es otro factor esencial para navegar con un mínimo de seguridad. Esta tecnología cifra la comunicación entre el navegador y el servidor web, evitando que terceros puedan interceptar los datos. Será fácil identificar estas conexiones gracias al candado que aparece en la barra de direcciones de los navegadores modernos.
Por supuesto, los expertos alertan que no es prudente realizar ninguna transacción económica, compras online o intercambios que impliquen compartir datos sensibles durante la conexión a una red WiFi pública. Tampoco es recomendable iniciar sesión en cuentas personales, redes sociales o servicios que requieran credenciales.
Otra medida clave, reiterada por la Policía y el INCIBE, consiste en mantener actualizados tanto el sistema operativo como las aplicaciones instaladas en móviles, tabletas o portátiles. Estos parches permiten corregir vulnerabilidades que los hackers suelen aprovechar para hacerse con datos y controlar dispositivos a distancia.
Aplicaciones y herramientas para reforzar la seguridad
Para quienes necesitan usar estas redes sin alternativas, se sugiere la instalación de herramientas adicionales que incrementen la protección, como las redes privadas virtuales (VPN) o programas antivirus. Las VPN actúan cifrando todo el tráfico de datos y redirigiéndolo a servidores seguros, dificultando la posibilidad de espionaje o robo de información.
Además, es recomendable desactivar funciones del dispositivo que permitan compartir archivos e impresoras mientras estemos conectados a una red pública, ya que sirven como puerta de entrada para posibles ataques remotos.
La actuación preventiva no termina ahí, sino que adoptando hábitos responsables en el uso del móvil y ordenador evitará riesgos innecesarios y depender menos de la confianza en conexiones externas.
Amenazas que acechan en redes WiFi abiertas
Según datos del INCIBE publicados en 2025, las redes abiertas constituyen uno de los principales vectores de ataque para ciberdelincuentes debido a la ausencia de cifrado o autenticación adecuada. Uno de los métodos más peligrosos es el ataque Man in the Middle (MitM), donde el atacante intercepta y modifica el flujo de datos entre el usuario y el servidor sin que este lo note.
Asimismo, las redes wifi falsas —configuradas para imitar las legítimas— son utilizadas para capturar datos de dispositivos conectados y hasta para inyectar software malicioso. Estos accesos pueden servir incluso para destinar la potencia computacional de las víctimas a actividades ilícitas, como la minería no autorizada de criptomonedas.