En España, la popularidad de las piscinas con sistemas salinos continúa en aumento, posicionándose como una alternativa innovadora frente a las tradicionales piscinas tratadas con cloro químico. Esta tendencia responde a la creciente demanda de soluciones más saludables, sostenibles y económicas para disfrutar del agua durante todo el verano.
A diferencia del cloro convencional, que puede provocar irritaciones en la piel y en los ojos, las piscinas salinas proporcionan una sensación de baño mucho más suave gracias a su método natural de desinfección. El hecho de que la sal se transforme químicamente en cloro de forma gradual permite reducir la necesidad de añadir productos químicos adicionales, mitigando al mismo tiempo la contaminación ambiental derivada de estos compuestos.
Proceso y funcionamiento de las piscinas salinas
El mecanismo central de este método es la electrólisis salina, un proceso químico natural en el que el agua, con una baja concentración de sal disuelta, pasa a través de un generador que produce cloro de forma constante y controlada. Así, se mantiene un nivel adecuado de desinfección sin recurrir a la adición frecuente de cloro agregado.
Una de las principales ventajas del sistema salino es la automatización del mantenimiento. Los equipos modernos incorporan sensores y reguladores que ajustan automáticamente la producción de cloro en función de las condiciones ambientales, la temperatura y la frecuencia de uso. Esto permite una gestión más eficaz y evita tanto la sobredosificación como la insuficiencia de desinfectante.
Beneficios para la salud y el medio ambiente
Desde el punto de vista sanitario, los usuarios de piscinas salinas disfrutan de una experiencia más confortable. La ausencia de cloro agresivo reduce la irritación ocular y cutánea, un problema común en piscinas tratadas con productos químicos. Además, la sensación post-baño es menos reseca, lo que protege la barrera natural de la piel.
En términos ambientales, esta modalidad de piscinas se presenta como una opción más respetuosa con el ecosistema. Al disminuir considerablemente la necesidad de añadir cloro químico, se reduce también la contaminación del agua y el impacto derivado de la producción y eliminación de estos compuestos. Asimismo, la frecuencia de renovación del agua disminuye, promoviendo un uso más sostenible y responsable del recurso hídrico en un país como España, donde la escasez de agua es un desafío constante.
Mantenimiento y costes operativos
Otro aspecto relevante es la menor exigencia en términos de mantenimiento. Las piscinas salinas requieren unas concentraciones bajas de sal, habitualmente entre 3 y 5 gramos por litro, que son suficientes para su correcta desinfección y no alteran ni dañan los elementos de la piscina. El entorno salino, de esta manera, es menos corrosivo que el cloro puro, favoreciendo la durabilidad de bombas, filtros y revestimientos.
En cuanto a la inversión inicial, aunque la instalación de un sistema salino puede ser un poco más elevada, el ahorro en la compra de cloro y otros productos químicos, junto con la reducción de gastos en reparaciones, compensa este desembolso en el mediano plazo. Además, el uso eficiente del agua y la mejora en la calidad del baño incrementan el valor de la piscina.
Vamos a ver, los vigilantes de piscina tradicionales hace décadas que dosifican los niveles de cloro y ph automáticamente , la mayoría de instalaciones de CLORACIÓN salina disponen de cloro adicional en las horas de más calor pues instalar el equipo para auto producción de cloro total el precio es prohibitivo, puestos a gastar prefiero desinfección con ozono