Con la llegada de las temperaturas cálidas en España, familias, amigos y turistas se preparan para disfrutar al aire libre. Sin embargo, la presencia de mosquitos y otros insectos convierte el repelente en un aliado imprescindible. A menudo, tras encontrar un bote olvidado del año pasado, surge la duda: ¿puede un repelente de insectos dejar de ser efectivo? ¿Es seguro seguir utilizándolo, aunque no indiquen fecha de vencimiento?
¿Por qué no todos los repelentes llevan fecha de caducidad?
A diferencia de medicamentos o alimentos, muchos repelentes no incluyen una fecha de caducidad específica en su etiqueta. Esto se debe, principalmente, a que la normativa europea y española no exige una fecha mientras la formulación se mantenga estable durante al menos un año. Productos con ingredientes homologados como el DEET o la picaridina suelen mantener su eficacia hasta tres años, según explican expertos en el control de plagas.
No obstante, los repelentes basados en aceites esenciales, populares por su origen natural, pueden ver disminuida su potencia en apenas un año. No existe una regulación firme que exija fecha de vencimiento, pero muchos fabricantes recomiendan sustituirlos pasado ese tiempo.
Durabilidad real según el ingrediente activo
El componente principal del repelente determina en gran medida cuánto tiempo durará su eficacia. Sustancias como DEET, picaridina o PMD (aceite de eucalipto limón sintetizado) resisten la degradación por más tiempo, manteniendo la protección incluso después de varios veranos. En cambio, otros ingredientes como el IR3535 muestran una menor estabilidad y, tras dos años, pueden dejar de ser fiables para prevenir picaduras. En el caso de los aceites esenciales, el proceso de oxidación puede hacer que pierdan poder rápidamente, y su olor o textura también cambian antes de lo esperado.
Cómo detectar si tu spray repelente ya no funciona bien
¿Hay alguna señal clara de que el producto ha perdido su poder? Aunque muchos envases no muestran síntomas, algunos repelentes presentan alteraciones en color, aroma o viscosidad cuando han quedado obsoletos. Una variación notoria en el olor –más débil, rancio o diferente– puede indicar que los aceites esenciales han empezado a descomponerse y resulta conveniente desecharlo. Sin embargo, no todos los deterioros son perceptibles a simple vista; la ausencia de eficacia suele percibirse porque, a pesar de la aplicación, sigues sufriendo picaduras de insectos.
El almacenamiento inadecuado es uno de los principales responsables de la reducción en la vida útil de los repelentes. Exponer los envases a humedad, calor intenso, luz solar directa o fluctuaciones constantes de temperatura puede degradar tanto repelentes químicos como aquellos a base de plantas. En España, donde durante los meses de verano las temperaturas pueden superar los 35 ºC en muchas regiones, es imprescindible guardar estos productos en lugares frescos y oscuros para asegurar que no se eleven los riesgos de pérdida de efectividad antes de lo previsto por el fabricante.