Verano en Mallorca

La ciencia lo confirma: estás arruinando la cerveza con este gesto que haces todos los veranos

Sigue estos trucos para conservar la calidad de la bebida durante el calor estival y evitar errores comunes al enfriarla

El método y la intensidad del enfriado puede variar entre tipos de cerveza | Foto: Freepik

| Palma |

En España, cuando llegan los meses de verano, con altas temperaturas y largos días de sol, una de las bebidas más deseadas es sin duda la cerveza fría. Bien sea en la terraza de un bar, en una reunión con amigos o durante una comida, disfrutar de una cerveza refrescante es un ritual que muchos esperan. Sin embargo, no basta con que la bebida esté fría; también es fundamental que conserve su calidad, aromas y sabor original. No todas las técnicas para enfriar cerveza son igual de recomendables, y saber cómo hacerlo puede marcar la diferencia entre un sorbo satisfactorio o uno decepcionante.

Por qué almacenar la cerveza en frío marca la diferencia

El almacenamiento y enfriamiento son dos factores esenciales para preservar la cerveza en su estado óptimo. Muchas cervezas artesanales y comerciales elaboradas con lúpulos frescos, maltas específicas y fermentaciones delicadas, como las IPA, Pale Ales o cervezas de trigo, son muy sensibles al calor y a la oxidación. Exponerlas a temperaturas elevadas durante días o semanas provoca la degradación de sus aromas frutales, florales o especiados. Esto puede traducirse en olores desagradables similares al cartón mojado o frutas pasadas, un problema que ocurre sobre todo si se almacenan en lugares calurosos como trasteros, cerca de hornos o directamente al sol.

Por ello, en España, donde el calor puede ser intenso durante varios meses, la recomendación universal de expertos y cerveceros es mantener las botellas o latas en refrigeración desde la compra hasta el momento de servirlas. Guardar la cerveza en la nevera frena las reacciones químicas que degradan sus compuestos aromáticos y prolonga la frescura y el disfrute.

¿Todas las cervezas deben enfriarse igual?

No todas las cervezas se deben tomar a la misma temperatura. De hecho, cada estilo merece un rango térmico que favorezca la percepción de sus cualidades específica. En general, las cervezas ligeras, como las lagers industriales, ganan mucho al servirse muy frías, entre 3 y 5ºC, ya que su sabor suave y carbonatación son ideales para climas cálidos. Por otro lado, estilos como las pilsners, blonde ales o las weizen se disfrutan en torno a 5-7ºC para revelar algunas notas dulces y maltosas.

Las IPAs, pale ales o amber ales, muy aromáticas y con mayor aporte de lúpulo, requieren temperaturas algo más elevadas, entre 7 y 10ºC, para no perder su complejidad. Finalmente, cervezas más densas y potentes, como las stouts, porters, belgas fuertes o barleywines, deben servirse entre 10 y 13ºC para que sus ricos aromas a maltas tostadas, frutos secos y caramelo se expresen plenamente.

Errores frecuentes y mitos sobre enfriar cerveza

Uno de los fallos más comunes es la creencia de que cuanto más fría, mejor. El frío extremo puede ocultar defectos, pero también anular las virtudes de una botella seleccionada con cuidado. Por ejemplo, una IPA muy aromática pierde buena parte de su frescura si se consume casi congelada, ya que las bajas temperaturas inhiben los compuestos volátiles responsables de su bouquet.

Otro mito es que la cerveza se daña con los ciclos rápidos de frío y calor. En realidad, el problema es el calor mantenido durante largos períodos. Transportar la cerveza del comercio a casa en unas horas, incluso en verano, no suele afectar su calidad. No obstante, dejar botellas expuestas durante días a temperaturas elevadas es lo que realmente perjudica.

Métodos recomendados para enfriar rápido sin dañar

Cuando queremos enfriar cerveza en poco tiempo, las técnicas varían en eficacia y impacto sobre la bebida. En primer lugar, la forma más segura es sumergir la botella o lata en agua con hielo y un poco de sal. El agua conduce el frío mejor que el aire del congelador, y la sal reduce el punto de congelación, acelerando el proceso sin congelar la cerveza.

El congelador es un método común pero arriesgado si no se controla, porque dejarlas demasiado tiempo puede dañar el contenido o congelar parcialmente la cerveza, alterando su textura y sabor.

Otras opciones, como enfriar los vasos antes de servir, pueden mejorar notablemente la experiencia, ya que evitan que la bebida pierda carbonatación al contacto con un recipiente caliente. Un vaso fresco, no necesariamente helado, potencia la formación de espuma y ayuda a conservar el gas carbónico.

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