Si tienes un gato o una gata en casa, sabrás que su actividad reproductiva puede afectar a su comportamiento. Para controlar su reproducción y evitar camadas indeseadas, los expertos recomiendan la esterilización. Este procedimiento cuenta con la mano de un veterinario que realiza técnicas para conseguir que un gato no pueda procrear. Esta medida puede ser farmacológica o quirúrgica, lo que influye en la temporalidad del tratamiento. La más conocida es la castración, esta consiste en extraer los órganos reproductores, es decir, los ovarios o testículos.
Sin embargo, algunas familias con felinos tienen miedo de que esto afecte a su personalidad. Lo cierto es que tras la cirugía, el animal seguirá siendo el mismo de siempre, pero con menos hormonas sexuales. Cuando a los gatos les disminuye el interés sexual, se convierten en seres más apacibles. En primer lugar, elimina el periodo de celo de las gatas que puede durar hasta 15 días. Además, en las hembras previene la aparición de infecciones urinarias o tumores de mama. Otro beneficio es que reduce los maullidos.
En el macho se podrá observar como cesa su conducta defensiva en su territorio. Esto significa que disminuirá el marcaje con orina, la agresividad y su instinto de escapar del hogar. En los gatos, también evita la formación de tumores testiculares. En su comportamiento entre gatos también puede afectar. Al esterilizarlos, se reducen las peleas entre felinos, dejando de lado los zarpazos, las mordidas y las actitudes amenazantes. Físicamente, la castración no afecta a su aspecto. Sin embargo, al hacerlos más tranquilos, es posible que aumenten su peso. Esto puede controlarse a través de su alimentación y estimulando su actividad física con juguetes y otras maneras de entretenimiento. Tras la operación no tendrán ganas de reproducirse, pero por lo general, su carácter seguirá siendo igual que antes.