La siembra de higueras está en auge, en gran parte gracias a la labor de recopilación, estudio y divulgación que realiza desde hace años el farmacéutico de Llucmajor Montserrat Pons Boscana en su finca de Son Mut Nou.
Este auge ha hecho que algunos viveristas se hayan interesado por el cultivo de higueras. Es el caso de Joan Crespí, que en su vivero de la finca es Rafal de Son Albertí, en Búger, tiene hasta 38 variedades diferentes, 36 de mallorquinas y 2 de foráneas. «Ha sido posible tener tantas variedades gracias al material vegetal que me proporciona Montserrat Pons y también l'amo en Simó dels Horts, de Caimari, gran conocedor de las clases de higueras y sus usos», comenta Joan Crespí.
Los meses idóneos para su siembra son diciembre, enero y febrero, cuando el árbol está en parada vegetativa, o sea, que descansa, no tiene hojas y las raíces empiezan a tejer, así en el momento de arrancar lo hace con más fuerza. Pasado el período de crecida, empieza a ser productiva a partir de los dos o tres años, y la época de recolección es en verano. Las higueras comunes –explica Crespí– hacen fruto en el trozo de rama que ha crecido el mismo año, mientras que las figues flor para producir lo hacen en la crecida del año anterior.
Para sembrarlas y que agarren bien, Joan Crespí aconseja hacer un buen hoyo, de metro por metro. «Hay que sembrarla al fondo –honda porque el tronco irá sacando raíces– e ir tapándola palmo a palmo, con cuidado y tierra buena, y además, un buen riego y materia orgánica que no le falte». Las raíces que va sacando irán absorbiendo minerales y oxígeno. Las necesidades de las higueras de antaño a las de ahora son las mismas «pero antes llovía más, por eso ahora hay que regarlas», incide, porque si no, «luego las vemos con las hojas amarillas y es por falta de agua».
Dependiendo de las necesidades, los payeses siembran unas variedades u otras; por ejemplo, «para alimentar al ganado están las más primerenques que son pequeñas y las hojas también son muy nutritivas para los animales», explica. En cambio, para uso comestible los hay que siembran de clases diferentes según la maduración «así pueden comer higos toda la temporada».
Por otra parte, Joan Crespí explica que su amigo, el reconocido técnico agrícola Joan Rallo, ha localizado un insecto que su función es polinizar el higo, teniendo en cuenta que el higo es una flor que se abre al revés de las otras, hacia dentro. Este insecto, un blastofaga, habita en las higueras bordes –cabrahigos- y se ‘pasea' por dentro de la flor y la poliniza.
Posteriormente, eso hace que el higo sea más pastoso y jugoso, es decir, cambia la textura dentro de la boca. Para conseguirlo se aconseja poner entre un 5 % y un 10 % de higueras masculinas para aumentar la calidad. O sea, de una higuera borda que parece que no sirve de mucha cosa, Joan Rallo ‘descubrió' que dentro habita este interesante insecto.