Derrochando clase y glamour, Carmen Lomana, una de las mujeres consideradas más elegantes y mediáticas del país, nos concede una amplia entrevista tras aterrizar ayer en Palma y dejar su maleta en el hotel Tryp Bellver, donde se aloja. El motivo de su visita a Ciutat fue la participación en el programa de ABC Radio que presenta Albert Castillón.
-¿Cómo podríamos decir a la gente quién es Carmen Lomana?
-Soy una persona con una vida muy intensa. Tengo y he tenido una vida muy feliz, felicísima y, a veces también, muy desgraciada. Soy una persona auténtica, con sentido de la lealtad y la justicia.
-¿Qué hace Carmen Lomana cuando no sale en la tele o en la radio?
-Trabajo todos los días. Yo de lo que vivo es de gestionar mi patrimonio, y ahora no son tiempos fáciles. Suelo dedicarme a ello por las mañanas. Por las tardes me gusta estar en casa tranquila, perder el tiempo, leer y salir con amigos.
-Y en estos tiempos difíciles, ¿hay solución para esta sociedad?
-Hasta ahora hemos tenido unos políticos muy mediocres. Me asombra lo mal que manejan el país y, sobre todo, lo inútiles que son al prometer cosas que no pueden hacer. Todos tenemos que arrimar el hombro.
-¿Qué opina del caso de Iñaki Urdangarín?
-Es una de las cosas más tremendas y que han levantado más alarmas sociales. Es vergonzoso, porque todo lo que ha hecho ha sido engañar. No se puede ser más ruin y mangui. Y la implicación, presuntamente, de la infanta Cristina, está metida hasta la montera. La sentencia debería ser ejemplarizante y de cárcel. ¡Ah!, y que devuelva todo el dinero, él y todos los chorizos.
-Deduzco que no es muy monárquica. ¿O me equivoco?
-Soy republicana. La monarquía hasta Juan Carlos estaba bien. El día que le dijo a Chávez «¡Por qué no te callas!» justificó su reinado.
-Se ha publicado que al nuevo año le pide volver a enamorarse. ¿Ha encontrado al hombre de su vida?
-Eso que publicaron es una tontería. Enamorarse surge. Hace dos meses que he empezado una nueva relación, pero el hombre de mi vida ha sido Guillermo, y un accidente de coche nos rompió la felicidad.