La famosa periodista Nieves Herrero nos regaló gracias a la invitación de Maria J. Barceló y de Marilena Estarellas, una tarde deliciosa en la terraza del hotel Portals Nous Grand Iberostar. Contribuyó al éxito de la tarde una temperatura perfecta, una luz maravillosa, el olor a mar y la buena convocatoria que hizo que tanto las damas como los señores asistentes luciéramos por fin trajes de verano llenos de color y buenas vibraciones.
María J. Barceló estuvo arropada por su familia más cercana, su marido Rafel Nadal Homar, su hijo Rafel Nadal Barceló con su novia, la guapísima Victoria Kalynyak, por su hermano el fiscal jefe Tomeu Barceló y por su suegra, la gran matriarca del clan Nadal, doña Isabel Homar –abuela del tenista más querido, Rafael Nadal–, que llegó del brazo de su hija, elegantemente vestidas.
Tras una copa de bienvenida apareció la escritora con su nuevo libro, El joyero de la Reina, y tras los saludos del rigor y con un dominio de la escena que pocos presentadores poseemos una vez nos sacan de plató, comenzó a desgranar las historias que se esconden detrás de cada pieza histórica lucida por las reinas desde la gran Victoria Eugenia de Battenberg, la que instauró la tradición de las joyas de pasar. La mujer de Alfonso XIII estaba convencida de que las joyas le daba suerte, que fueron las mismas alhajas las que la salvaron de una muerte segura el mismo día de su boda tras el atentado perpetrado por Mateo Morral. Al parecer, algunas de ellas aparecieron golpeadas por los proyectiles, y lo mismo ocurrió con las medallas incrustadas de brillantes que lucía el Rey en su pechera.
Sea o no real, lo cierto es que la historia de cada pieza es fascinante porque cuenta una historia que es también la de nuestro país. Y no deja de ser un milagro que hayan llegado hasta nosotros prácticamente intactas y las podamos ver en la cabeza, pecho o brazos de Letizia Ortiz, que las luce divinamente dándoles modernidad. Por cierto, nada tengo en contra de la Reina de España, al contrario, me parece una mujer valiente metida en el trabajo más difícil del mundo, pero si he de criticarla lo hago porque no soy pelota, ni lo he sido jamás, y menos con los que ostentan el poder y están sujetos a la crítica. No seamos radicales, por el amor de Dios. Enhorabuena, chicas, por hacernos pasar un rato tan agradable.