Un hombre ha sido detenido en Mallorca por su presunta participación en una estafa de más de 10 millones de euros a 300 personas con falsas inversiones. La 'operación Humo digital', llevada a cabo de forma conjunta por la Policía Nacional, la Guardia Civil y los Mossos d'Esquadra, ha permitido el arresto de otras 17 personas en Barcelona, dos en Madrid y una en Alicante. Los agentes han intervenido siete vehículos de alta gama, alguno valorado en más de 100.000 euros, más de 300.000 en billeteras de criptomonedas, un arma de fuego o relojes de lujo y han recuperado más de 1,3 millones de euros.
La organización, que empezó su actividad en el año 2022, estafaba a las víctimas desde centralitas de Barcelona. Las persuadía para que hicieran falsas inversiones a través de un entramado de supuestos asesores y expertos con páginas web alteradas. También utilizaban centralitas telefónicas en locales alquilados donde los estafadores captaban y manipulaban a sus víctimas durante largos periodos de tiempo.
La investigación empezó en 2024, cuando los tres cuerpos policiales fusionaron varias líneas de investigación por una serie de indicios contra el grupo criminal. Las pesquisas llevaron a una organización asentada en Catalunya, que estaba caracterizada por un alto nivel de profesionalización y por su capacidad de estafar a sus víctimas durante años.
Una falsa empresa de inversiones
El grupo desarticulado operaba como una falsa empresa de inversiones que publicitaba sus servicios en redes sociales y buscadores de internet a través de páginas web falsas, pero técnicamente muy realistas. Además, ofrecían inversiones en empresas de reconocido prestigio o en el sector de las criptomonedas para atraer a sus víctimas.
Una vez que conseguían que una víctima mostrara su interés y facilitase sus datos de contacto, la organización contactaba con ella y comenzaba un laborioso proceso de seducción y engaño desde las centralitas o call centers. Uno de los primeros fraudes que la policía atribuye a la trama es una estafa especialmente grave en la que una víctima, en agosto de 2024, denunció un fraude superior a los 700.000 euros. El nivel de profesionalización y persuasión de los delincuentes es tal que los primeros contactos con esta víctima se producen dos años antes.
Los criminales consiguieron seducirlo para comenzar a realizar pequeñas inversiones, de entre 200 y 300 euros, enviando el dinero a cuentas en el extranjero que estaban controladas directamente por la organización. Los estafadores engañaban a sus víctimas con una sucesión de falsos asesores y expertos, plataformas falsificadas y falsos nombres comerciales para exprimir al máximo sus recursos económicos. Con el pretexto de facilitar las inversiones, instalaban aplicaciones de control remoto en los equipos de los perjudicados, desde donde podían acceder a sus fondos más fácilmente.
Los detenidos contaban con plataformas digitales fraudulentas, similares a las legítimas, para mostrar falsos gráficos de ganancias con los que convencer a las víctimas para realizar inversiones cada vez más relevantes. En el caso de que las personas estafadas quisiesen recuperar su dinero y recoger las supuestas ganancias, contactaban con ellas con otros nombres comerciales para ofrecerles recuperar su dinero a cambio de nuevas aportaciones.
Una empresa falsa con sede física y «trabajadores»
Con la finalidad de lograr el engaño, creaban documentación falsa y alquilaban locales en Barcelona durante periodos de tres o cuatro meses, para dificultar la investigación. Allí contaban con equipos de trabajadores bajo sus órdenes, encargados de la captación, fidelización y ataque a los fondos de las víctimas. Disponían de equipos informáticos de última generación e incluso un botón del pánico que desconectaba automáticamente todo el sistema, en caso de que la policía irrumpiese en los locales.
Fruto de las gestiones de la investigación, el equipo conjunto pudo comprobar y rastrear las diferentes ubicaciones en Cataluña donde los presuntos estafadores realizaban la consumación de los delitos. Hecho poco común, ya que suele ser habitual que estos call centers se encuentren fuera de España, como pueden ser países asiáticos o del Este de Europa, donde el control policial sobre estas actividades no es tan intenso.
Técnicas de manipulación psicológica
El grupo criminal recurría a técnicas de manipulación psicológica a través de las cuales lograban que sus víctimas entrasen en una espiral de aportaciones económicas, valiéndose de sus debilidades emocionales. En primer lugar, establecían lo que el grupo criminal denominaba un «vínculo emocional», con el que se ganaban la confianza del estafado, para poco a poco animarle a hacer transferencias económicas más importantes, en un proceso que llamaban «quemado de sus cuentas».
Son sus costumbres...