Un hombre ha sido condenado por la Audiencia de Palma a ocho años de cárcel por engañar a una mujer de nacionalidad venezolana que vivía en Ecuador para prostituirla en Mallorca. «Cuando llegué me dijeron que trabajaban para la mafia rusa, que tenía que pagar una deuda, y que mataban a las chicas y las hacían desaparecer en el mar», relató la víctima en el juicio a finales de marzo.
Una mujer que gestionaba el piso de Alcúdia en el que la perjudicada ejercía la prostitución también ha sido sentenciada a dos años y medio de prisión por quedarse con parte de las ganancias. Los dos deberán indemnizar a la víctima con 15.000 euros por los daños morales sufridos.
Los hechos declarados probados ocurrieron en 2019. El acusado, un venezolano de 30 años, contactó con la víctima, de 21 y la misma nacionalidad, que en esas fechas vivía en Ecuador. El contacto se realizó a través de una amiga de la chica. Hablaron por redes sociales y por teléfono hasta que se ganó su confianza.
El hombre consiguió información sobre la situación de vulnerabilidad de la joven, que había finalizado un tratamiento contra el cáncer, y tenía una hija menor a su cargo. El acusado le hizo creer que en Mallorca podría conseguir con facilidad un trabajo en la hostelería y le gestionó la compra de los billetes de avión por 2.000 dólares americanos.
La joven llegó a Mallorca a las 17.00 del 23 de noviembre de 2019. El hombre la recogió cinco horas después en el aeropuerto y la trasladó hasta un piso de Alcúdia donde residiría y trabajaría. Durante el trayecto, el procesado le informó que debía trabajar como prostituta y que tenía que abonar una cuota de lo que ganase para saldar la deuda y ser libre. Le advirtió que trabajaba para una mafia rusa y que si no lo hacía la tiraría al mar. La deuda ascendía a 4.000 euros.
La mujer, al ver que no tenía otra alternativa y que se encontraba en un país extranjero y sin apoyo familiar, prestó servicios como prostituta en el inmueble que regentaba la otra acusada, que acordó con el hombre repartirse las ganancias que obtenía la víctima con la prostitución. La procesada le quitó el pasaporte y le explicó que debía cumplir una serie de normas: Estar disponible las 24 horas del día y preparada para trabajar.
«El acusado se aprovechó de la vulnerabilidad de la denunciante», indica la sentencia. «Le explicó que tenía una deuda que satisfacer advirtiéndole que trabajaba para una mafia rusa y que si no satisfacía la deuda podrían tirarla al mar».
Un plan sin fisuras. 8 años, que luego son menos, me parecen pocos.