El martes, a las nueve y media de la mañana, cuando los niños de son Banya estaban ya en el colegio, una comitiva con maquinaria pesada, operarios municipales, policías nacionales, locales y técnicos de Urbanisme enfiló el acceso al poblado. Una entrada perfectamente asfaltada por una pista de 90 metros de largo por 20 de ancho que, paradojas de la vida, tenía las horas contadas. La noticia de la semana, sin duda, ha sido el desmantelamiento del nuevo Son Banya, que ha durado casi medio año. Pero los narcos son vengativos, así que las espadas están en todo lo alto.
Lo que no sabían los clanes es que Cort llevaba semanas planificando el golpe en secreto. En concreto, desde que Ultima Hora desveló, en dos páginas en primicia, las atrocidades urbanísticas cometidas por los ocho jefes del poblado.
Al alcalde Jaime Martínez no le tembló la mano a la hora de pedir la máxima contundencia con las edificaciones ilegales, mientras de forma paralela, los investigadores rastreaban el origen del material y maquinaria utilizados. Las obras sin licencia costaron unos 200.000 euros y fueron abonadas en negro, una práctica habitual en el poblado.
El martes, durante la demolición, se vivieron algunos momentos de tensión, pero el amplio dispositivo policial, formado por 30 agentes de la Jefatura y 35 del cuartel de San Fernando, no les dejó muchas opciones. Sin embargo, cuando esa tarde se marcharon las grúas y los operarios -en un dispositivo que costó 25.000 euros a las arcas municipales-, los clanes juraron venganza.
Y esa misma noche comenzaron a instalar dos grandes carpas, que habían comprado en una superficie comercial. Una era de tela, endeble, mientras que la otra estaba formada por planchas de aluminio. Eran las dos primeras de muchas otras que tenían previsto instalar, fuera de las chabolas, para separar la zona de las familias y la de las ventas.
Con lo que no contaban, sin embargo, es con la determinación municipal, que al día siguiente paralizó la obras y el jueves regresó al poblado, con una cuadrilla menos numerosa pero igualmente resolutiva. Las dos construcciones fueron derribadas, en un claro mensaje a navegantes, y encima se localizó el zulo de cuatro metros cuadrados y 2,5 de alto en los bajos de lo que había sido la caseta de 'Las Vegas'. Un icono del nuevo Son Banya reducido a escombros. De momento.
blablablablablablabla Mallorca es como la República Dominicana, un destino turístico tercermundista. Toda la chusma que viene y vive aquí obviamente que necesita todo relacionado con los vicios. Los gitanos siempre se reirán de los payos corruptos y miedicas