El asesino de Mateo, el niño de 11 años apuñalado mortalmente en Mocejón (Toledo), ha confesado el crimen en su primera declaración prestada tras ser detenido en casa de su padre. Los registros policiales tuvieron lugar este lunes tanto en la casa del padre como de la abuela, adonde los agentes de la Guardia Civil acudieron con el detenido alrededor de las 14 horas para llevar a cabo la inspección del domicilio. En casa de la abuela el presunto agresor se habría cambiado de ropa, aunque se desconoce si antes o después de cometer el crimen.
Se trata de un varón de 20 años llamado Fernando, de nacionalidad española. El sospechoso sería un joven cuyo padre y abuela serían vecinos de Mocejón. Aunque él actualmente vivía en Madrid, junto a su madre. El joven pasaba unos días en el pueblo y según ha contado su padre a los medios de comunicación, su hijo sufre una discapacidad psíquica de entre el 60 y el 70 %. Se trata de uno de los atenuantes que recoge la ley posibilitando la rebaja de una pena que podría llegar hasta los 25 años de cárcel.
Horas anteriores a esta detención, el agresor, había sido descrito como un adolescente de complexión delgada, con el pelo rubio rapado y vestido con una camiseta blanca. Testigos cuentan que se acercó al menor y sus amigos mientras jugaban en un lateral del campo de fútbol. Según informes, el joven llevaba la cara cubierta con un pañuelo, y sin mediar palabra, atacó al niño con un objeto punzante antes de huir rápidamente del lugar.
Las cámaras de seguridad del polideportivo, junto con las instaladas en las entradas y salidas del pueblo, habrían sido cruciales para detenerlo. Las fuentes consultadas han indicado que el detenido deliraba al hablar y no mantenía un discurso coherente, lo que podría indicar que sufra algún trastorno.
Diversas dotaciones de la Guardia Civil se han centrado esta tarde en rastrear el canal de riego de Mocejón, que ayer discurría con caudal y ha sido vaciado esta mañana. Dos agentes han inspeccionado el canal con sus manos si bien en la búsqueda también se ha utilizado una máquina que extrae el barro del fondo (el cauce era de un palmo de agua embarrada) y tiene un imán para detectar objetos metálicos.
Echándole una buena dosis de cuento chino y fingir que no sabía lo que hacía, y con el hiper-garantista y buenista Código Penal español, la intervención de un buen abogado penalista y la benevolencia habitual de nuestros jueces para con los asesinos, ese criminal no pisará la cárcel. Le enviarán un par de años a algún centro para enfermos mentales, donde le tratarán con mimo y donde vivirá tan a gusto entre cuidados y algodones, no vaya a ser que se estrese el pobrecito.