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Los wasaps de Zeus, el expresidente celoso

De cómo las obsesiones de Ricardo Martinelli por su novia mallorquina han acabado con la imputación del político por espiarla

Los wasaps de Martinelli. A la derecha, aparecen algunos de los wasaps de Ricardo Martinelli que han sido interceptados por la Guardia Civil en la ‘operación Pantera’.

| Palma |

Aficionado a la mitología griega, Ricardo Alberto Martinelli Berrocal se hacía llamar Zeus en el chat. Y la casa mallorquina de su novia era, en clave, el «Olimpo». El expresidente de Panamá cumplió el pasado día 11 setenta años, pero el regalo que recibió del Servicio de Asuntos Internos (SAI) de la Guardia Civil no fue, seguramente, uno de los presentes que esperara con más ilusión. Se convirtió en el 36 presidente de la República de Panamá y dirigió los designios de su país entre 2009 y 2014.

Siempre entre polémicas, como buen mandatario latinoamericano que se precie. Es, además, el dueño de la cadena de supermercados Súper 99, inmersa, también, en embrollos judiciales. Está casado, pero lleva años locamente enamorado de una conocida y elegante mallorquina, que pasa gran parte del año en su lujosa casa de Miami, cerca de las mansiones de los famosos. La mujer en cuestión, que va a cumplir 48 años, es muy popular en los círculos artísticos y luce, en redes sociales, un físico portentoso. Un bellezón por el que Martinelli pierde la cabeza. Y la dignidad, a tenor de los mensajes que wasap que cruzaba con sus amigos mallorquines. Cuentan que Martinelli se empezó a obsesionar con la glamourosa mallorquina y que, durante las ausencias de ella, perdía por completo los papeles. Casi hasta enloquecer.

El 21 de enero de 2020, medio año antes de empezar el espionaje, un guardia civil de Mallorca lo visita en su despacho de Ciudad de Panamá. Y cuelga una foto en Instagram con él, como dos colegas de toda la vida: «Con mi amigo Ricardo Martinelli, gran persona y líder insuperable. Presidente de Panamá 2009-2014». Y luego aventura: «Y seguro que presidente de Panamá en 2024». El agente en cuestión es Carlos P.G., destinado en el cuartel de Calvià, y que ahora ha sido uno de los cuatro guardias civiles detenidos en la ‘operación Pantera'. A Mario E.G., dueño de la empresa de escoltas Group Kougar, la novia de Martinelli parece ser que lo conoce de cuando custodiaba sus exposiciones. Así pues, llega julio de 2020 y no es de extrañar que el político contacte con ellos para un «trabajito especial».

El mandatario saluda a Francesc Antich en 2010, durante una visita oficial del entonces president del Govern Balear a Panamá.

El día 5 la mujer aterriza en Mallorca, su isla, y tres días después los «pumas» de Mario ponen en marcha la maquinaria de espionaje: las 24 horas del día y hasta el 2 de agosto. No escatiman en gastos, que el empresario es un hombre generoso. «La veo muy fría, brava. No me importa», escribe en uno de los tres chats que crean los investigadores con el político. Esa frialdad es lo que le martiriza. Teme que le sea infiel en Mallorca y comienza a cruzar mensajes con sus contactos de la Isla. Nervioso, compulsivo. «Ella me quitó el GPS y me bloqueó el WhatsApp», se queja amargo, cual adolescente despechado. Martinelli está en vilo y exige que los seguimientos sean también por mar. Incluso sueña con tenerla localizada desde el aire: «Si hubiera un dron...». Los celos le juegan malas pasadas, y en ocasiones estalla: «¿Está sola?, ¿Hay babosos?». Su amada ya hace días que ha descubierto el espionaje, lo que no habla muy a favor de la profesionalidad de los guardias civiles, pero al septuagenario le da igual.

Es su forma de demostrar que él tiene el poder. Que puede rastrear todos sus movimientos, aunque esté en Panamá. Javier H.F., Alberto T.H. y Rafael F.M., los agentes beneméritos, están a sus órdenes y Mario E., el jefe, les llega a advertir que el político no se anda con chiquitas y exige resultados: «Fijaos que algo quiso poner RM y lo borró. Ojo con lo que ponemos». Martinelli, a medida que pasan los días, está más enloquecido. Les llega a ofrecer que intimen con su novia, para poner a prueba su fidelidad: «La mujer del César no solo tiene que serlo, sino echar para atrás los ataques». Ahora, dos años después, los chats han precipitado la expulsión del Olimpo de Zeus, el expresidente celoso.

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