Miquel Riera Prats, el joven DJ acusado de asesinar a Esperanza Ferrutxe en Es Fortí en diciembre de 2015, ha confesado esta mañana el crimen de la mujer aunque ha remarcado que «nunca tuvo intención de matarla» y que «estaba muy asustado» el día de los hechos.
Miguel Toni Riera, el autor del crimen de Es Fortí, pasó las Navidades de 2015 en la vivienda de sus abuelos, en la calle Port de Cariño, de Palma –residía entonces en Cartagena con su madre–. El día 22 de diciembre estuvo por la tarde con su novia paseando por Palma, según relató este lunes en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial.
Tomaron cervezas hasta que ella cogió un autobús para volver a su casa. El joven siguió bebiendo y consumió cocaína. Estuvo en Gomila de fiesta, volvió al piso de sus abuelos y fue a un bar de plaza Madrid. Bebió más, tomó más cocaína y jugó a las tragaperras. No recuerda a qué hora regresó a su domicilio. Tocó la puerta de su vecina de la planta baja, Esperanza Ferrutxe, de 45 años, a quien conocía desde que era pequeño. La mujer abrió en pijama. «Me dijo que apestaba a alcohol y que me fuera a mi casa. Le di un empujón, me gritó y me puse nervioso», señaló el acusado, de 24 años, ante el tribunal. «Empezamos a forcejear en el recibidor y le di un segundo golpe. Cayó al suelo y vi que empezó a salir sangre. Me asusté un montón».
El joven la arrastró hasta su habitación. La mujer no respiraba. «Me asusté cuando vi tanta sangre. No sabía si llamar a su madre, a su abuela o a su pareja de entonces. No me creía capaz de haber hecho esto. No tuve intención de matar a la señora». El acusado no recordaba haber incendiado el piso. La Fiscalía recoge en su escrito que Miguel Toni Riera robó joyas, dinero y prendió fuego a la vivienda tras asfixiar a la mujer. El acusado comentó que fue en taxi a buscar a su novia a Can Pastilla. La joven no le abrió y el procesado volvió en autobús a casa de sus abuelos. «Un chico pidió entrar porque su abuela vivía en el tercero», contó un policía local. Era Miguel Toni Riera. «Estaba muy nervioso, con la cara pálida», explicó el instructor del atestado. El policía observó sus nudillos, con rasguños, y el joven en seguida se los tapó. Tenía también un arañazo que asomaba por su brazo izquierdo. La Policía Nacional lo detuvo. Lo trasladó en un vehículo camuflado hasta la Jefatura Superior, en la calle Simó Ballester. El joven confesó.
La Fiscalía reclama una condena de 40 años de cárcel por asesinato, robo e incendio y una indemnización de 20.000 euros para cada uno de los dos hermanos de la fallecida. El abogado de la familia de la víctima, Miguel Arbona, pide 50 años de prisión. El juicio continúa este martes.