24 de mayo de 2009. Santiago Bernabéu. Minuto 59. Cléber Santana agarra el balón en el medio campo, con una maniobra de dos toques, primero con la izquierda, después con la derecha, deja atrás a Raúl González y Van der Vaart, avanza, sortea dos rivales más, entra en el área y lanza un derechazo certero e imparable para Iker Casillas. Es el 1-2. Un golazo. La victoria.
Es la última vez que el Mallorca conquista el triunfo en el campo del Real Madrid (1-3), un momento y un tanto que acaparó aquel día las imágenes de la jornada, un partido imponente del centrocampista brasileño, en la memoria del club balear, y uno de los mejores goles de aquel curso, el más feliz del futbolista en su paso por España.
Cléber Santana, centrocampista que capitaneó al Chapecoense a su primera gran final, era uno de los componentes de la delegación del conjunto brasileño que sufrió el trágico accidente de avión cerca de la ciudad de Medellín cuando viajaba rumbo al partido de ida de la final de la Copa Sudamericana contra el Atlético Nacional. Antes había jugado dos años y medio en España entre el Atlético de Madrid y el Mallorca.
Hasta allí llegó en el verano de 2007 con 26 años y libre del Santos de la mano de Jesús García Pitarch, entonces director deportivo del Atlético de Madrid, que viajó a Brasil para verle en acción y que, al primer partido en directo, quedó maravillado por las condiciones del futbolista; un centrocampista potente, hábil en el regate, de envergadura, larga zancada y buen disparo. Lo fichó.
En la era pos-Fernando Torres, justo ese mismo verano el atacante madrileño había sido traspasado al Liverpool inglés, y a las órdenes del mexicano Javier Aguirre, Cléber Santana tenía ante sí su primera ocasión en Europa. Por entonces, Deco era una referencia del fútbol del viejo continente; un ejemplo para cualquier medio centro.
«Espero conquistar grandes cosas en el Atlético. Espero ser muy feliz y ganar títulos, que siempre es el gran objetivo», dijo entonces el centrocampista, que había jugado en Brasil en el Sport Recife y el Vitoria, en Japón en el Kashiwa Reysol, en 2005, y había vuelto a su país para militar en el Santos antes de llegar a Madrid.
Ya en la capital de España, sentía el frío del invierno en Madrid -su calefacción en casa estaba a pleno funcionamiento en esos tiempos-, era cariñoso con sus compañeros y los empleados del Atlético, según recuerdan los que convivieron con él, y con sus llamativos collares en el cuello cuando entraba o salía de los entrenamientos en la Ciudad Deportiva de Majadahonda.
En aquel equipo coincidió con los argentinos Sergio 'Kun' Agüero, Leo Franco o Maxi Rodríguez, con el uruguayo Diego Forlán, con el ítalo-brasileño Thiago Motta, con el colombiano Luis Amaranto Perea, con los portugueses Maniche o Simao Sabrosa, con Antonio López...
Y con José Antonio Reyes y José Manuel Jurado, dos de sus grandes amigos en el vestuario rojiblanco. «Gran amigo y compañero», rememoró este martes Jurado, ahora en el Espanyol.
Su reto era triunfar en el Atlético. En esa persecución enfermiza del club de regresar cuanto antes a Europa, el equipo alcanzó esa temporada el objetivo: la clasificación para la Liga de Campeones once años después. Él terminó el curso con 35 choques oficiales, pero sin convencer del todo. Salió cedido entonces al Mallorca.
En el conjunto balear encontró todas las condiciones para reivindicar todo su potencial en la temporada 2008-09. Jugó 40 choques, 32 de Liga y ocho de Copa del Rey, marcó seis goles, aquel tanto en el Bernabéu, otro de chilena frente al Almería... Triunfó sin matices, como también se ganó su vuelta al Atlético de Madrid.
Un regreso más corto de lo deseado. Ya estaba entonces Abel Resino al mando del Atlético, el otro técnico con el que coincidió en el club rojiblanco durante unos meses. Un mal comienzo de campaña aceleró su destitución a finales del mes de octubre. Fue reemplazado por Quique Flores. Aquella temporada, Cléber tampoco pudo triunfar de rojiblanco, cortada su continuidad en el mercado de invierno.
Hubo una condicionante clave en esa situación: la llegada del argentino Eduardo 'Toto' Salvio. Su contratación superaba el cupo de extra-comunitarios. El perjudicado fue Cléber Santana, traspasado en enero al Sao Paulo, a pesar de que, hasta entonces, había jugado 25 de los 32 duelos de su equipo en ese curso.
Había sido renovado en noviembre hasta 2012, pero, dos meses y medio después, apenas cuatro antes de que su equipo ganara la Liga Europa en Hamburgo contra el Fulham, cerró su etapa en el Atlético de Madrid, «conmocionado», como el Mallorca, por la tragedia aérea del Chapecoense y del centrocampista Cléber Santana.