«Nos adelantó un vehículo muy rápido y se dirigió hacia ellos y los arrolló. Cogió a Juan de lleno y lo arrastró 75 metros. El conductor ni frenó, ni se desvió de trayectoria». Uno de los compañeros de Juan Roig, el ciclista de 54 años que falleció atropellado en Artà en noviembre de 2012 relató así los hechos en el juicio por su muerte. El acusado, un hombre de 33 años se enfrenta a una petición de hasta ocho años de prisión, aceptó que había bebido la noche antes del choque, que no había dormido, que su coche no tenía ni seguro ni la ITV y que huyó del lugar de los hechos. Con todo, niega cualquier culpa: «Estaba deslumbrado por el sol y no veía nada».
El acusado señaló que durante la noche tomó cuatro o cinco copas con su novia. La llevó a casa y regresaba hacia Artà en torno a las ocho y media de la mañana por la carretera que une la localidad con Can Picafort. Según manifestó, estaba en condiciones de conducir pero llevaba más de 500 metros deslumbrado por el sol. Pese a eso seguía circulando a unos 90 kilómetros por hora: «Me guiaba por la raya continua y no pensé que fuera a haber un obstáculo en la carretera». En una curva poco pronunciada a la izquierda se encontró con el grupo de tres ciclistas en el que iba Juan Roig. No les vio: «Noté un golpe en la parte alta. Pensaba que le había pegado a un camión y me puse nervioso. Tiré para delante y cuando me dejó de dar el sol, miré por el retrovisor y ya estaba lejos y no vi nada».
Tras huir se fue a casa de sus padres. Allí puso la matrícula de su coche a otro y se fue a su casa. Según cuenta, no supo lo ocurrido hasta la hora de comer, cuando su madre le contó que había muerto un ciclista. «Até cabos. Lo primero que hice fue llevar un dinero a un chaval en Manacor y cuando estaba de camino me llamó un municipal y me dijo que si me podía pasar por el cuartel de la Guardia Civil». Fue detenido en ese momento. Se le acusa de falsedad documental, homicidio imprudente y omisión del deber de socorro.