La segunda jornada del juicio contra Miquel Llodrà, el hombre de 87 años de edad acusado de matar a su mujer, Anne Wanjiru, de 49 años, en su domicilio de Pollença se reanudó ayer con la declaración de sus hijos, empleados y de los médicos forenses.
Según los expertos, el acusado no quiso hacer daño intencionadamente a su mujer. Los peritos le diagnosticaron un deterioramiento cognitivo leve que afecta, especialmente, a la memoria, discurso y orientación. Los mismos sostienen que el acusado pensaba que había esquivado a Anne y que la había dejado atrás. Finalmente, los peritos sostienen la hipótesis de que si no hubiera estado tan enfadado la situación hubiera sido como en otras ocasiones.
Por su parte, los hijos de la pareja no dudaron en calificar durante sus testimonios ante el tribunal a su madre como una persona agresiva y alcohólica. De hecho, afirmaron que la noche anterior a su muerte no había dormido en toda la noche y que incluso llevaba la misma ropa.
En la misma línea declararon los trabajadores de la pareja. Por su parte, el jardinero y asistente personal de Miquel Llodrà, declaró que el acusado es un hombre pacífico y que siempre trataba de evitar los conflictos.
La cocinera y asistenta de la víctima afirmó que trabajar con Anne era muy difícil debido a su fuerte carácter. «Anne tenía muchos problemas con la bebida y lo pasábamos muy mal».
Peligro al volante
Familiares y personal también coincidieron en que el acusado era un peligro al volante. «El coche era nuevo y lo tenía todo lleno de golpes. Me subí una vez con él y dije 'nunca más'. La entrada era complicada y daba grandes acelerones», afirmó la asistenta responsable de las labores domésticas.
Uno de los momentos más tensos se vivió en los instantes finales. Miquel Llodrà, al oír el diagnóstico de los forenses, enfureció y gritando solicitó su derecho a declarar. En ese momento, el presidente del tribunal del jurado Diego Gómez Reino le invito a salir fuera.