TORRES BLASCO/MADRID
El nuevo director general de la Guardia Civil, el mallorquín Joan Mesquida Ferrando, durmió la última noche antes de su nombramiento en una cama plegable a pocos metros del despacho de la Dirección General de Infraestructuras del Ministerio de Defensa que ha venido ocupando en los últimos dos años.
Que todo un director general del Gobierno duerma en una cama plegable tiene su explicación: «Es que yo vivo en el Ministerio de Defensa, estoy disponible las 24 horas del día».
Sueño de cualquier empresario, esa completa disponibilidad de Joan Mesquida parece que ha sido determinante para su ascenso político en la capital de España. Se había acostado a las tres de la madrugada y se levantó sobre las seis. Desde que trascendió su nombramiento como director general de la Guardia Civil, con más de 70.000 efectivos a su cargo, hasta que la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega lo confirmó, se había puesto poco al teléfono. Únicamente para sus personas más allegadas y para los cargos del Gobierno. Ayer por la mañana comprobó las llamadas perdidas que tenía en su móvil. «Más de 240», dijo.
A las ocho de la mañana ya había leído todos los periódicos. A las nueve y media ya tenía su agenda del día concretada (sólo le faltaba saber si regresaba a Palma o esperaba a hoy) y, acompañado de otras personas del Ministerio, se dio un paseo por el amplio patio, presidido por una gran bandera española abierta al Paseo de la Castellana. El paseo del nuevo responsable de la Guardia Civil tenía un objetivo: saludar a los cerca de 170 guardias civiles que trabajan en las dependencias del Ministerio de Defensa, tanto en la puerta de entrada como en otros cometidos.
El que fuera conseller de Hacienda con el Govern del Pacte de Progrés sabía ya hace algunos días que ayer iba a ser designado máximo responsable de la