Ha sido un milagro. Esta fue la frase que más se escuchó ayer al mediodía en Cala Rajada al conocerse que el submarinista de Sant Llorenç que llevaba 25 horas desaparecido en el interior de una cueva de Cala Agulla había sido encontrado con vida. Poco antes de las 13.00 horas, componentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil localizaron a Pedro Nadal Cebey, de 34 años, en una cavidad de aire de apenas un metro y medio cuadrado, de la cueva denominada J-1, considerada de alto riesgo. Pedro Nadal presentaba claros síntomas de agotamiento, sin aire en las botellas y sin luz. Nada más ver a los buzos del GEAS se puso a llorar y exclamó: «Nunca me había alegrado tanto de ver a alguien». Los rescatadores le proporcionaron un equipo de respiración autónoma y lo trasladaron, prácticamente «arrastrándolo» hasta una embarcación que lo llevó al puerto de Cala Rajada.
Allí esperaban su mujer, familiares, amigos, conocidos, políticos de Artà, Sant Llorenç des Cardassar, policías y demás. Nada más aparecer la lancha rescatadora por la bocana del Club Náutico, Pedro Nadal hizo un pequeño gesto para saludarlos y los llantos que se habían sucedido a lo largo de toda la mañana, ya que había pocas esperanzas de encontrarlo con vida, se convirtieron en lágrimas de alegría. Pedro Nadal se bajó de la lancha por su propio pie y se abrazó fuertemente a su mujer. Unos segundos después fue introducido en una ambulancia aunque se encontraba perfectamente. A continuación fue trasladado al hospital de Manacor donde se le realizó un reconocimiento médico por prevención.
Pedro Nadal, vecino de Sant Llorenç, y cinco amigos más acudieron el martes por la mañana a practicar submarinismo en la zona de Cala Agulla (Capdepera). Todos eran expertos en el buceo y su intención era adentrarse en la cueva conocida como Sa Catedral. Sin embargo, entraron en otra que está unos 100 metros antes y hay que bajar a 20 metros de profundidad. Pedro y Marco Antonio Moreno, Policía Local de Sant Llorenç y residente en sa Coma, iban delante y sus cuatro compañeros detrás. Sin embargo, los dos primeros levantaban sin darse cuenta el lodo del fondo y dejaron sin visibilidad a los otros cuatro, que decidieron regresar.