EFE-PRAGA
Al menos 18 personas, entre ellas un niño y varios turistas
extranjeros, resultaron heridas ayer al estallar en el casco
antiguo de Praga una granada bajo un coche, en un acto que, según
las autoridades locales, «no parece tener ningún trasfondo
terrorista». Entre los heridos se encuentran dos ciudadanos
británicos y varios estadounidenses, eslovacos e irlandeses, aunque
ninguno de ellos está grave. La hipótesis que se baraja es que el
ataque podría ser un ajuste de cuentas entre grupos mafiosos,
mientras que el probable objetivo fue el dueño del Casino «Royal».
De hecho, algunos testigos presenciales indicaron a la policía que
vieron cómo un coche de lujo abandonó a gran velocidad la zona poco
después de la explosión. Según explicaron los testigos, un
individuo lanzó una granada hacia el Casino, situado junto a la
céntrica plaza de Wenceslao, pero el artefacto acabó bajo un
vehículo, un Jeep «Chorekee» con matrícula estadounidense, donde
hizo explosión, y ello ayudó a que fuera menor el número de
heridos.
El primer ministro checo, Stanislav Gross, que se acercó al lugar de los hechos, señaló que la población de Praga puede estar tranquila porque todo apunta a que lo ocurrido «es un acto relacionado con el crimen organizado». También aseguró que la policía ya dispone de una descripción fiable del sospechoso y está haciendo todo lo posible para encontrarle. El casino Royal de la capital checa es uno los destinos preferidos de los turistas hebreos que visitan esta ciudad.