Faltaban unos veinte minutos para las dos de la madrugada cuando se declaró un incendio en un tercer piso del edificio señalado con el número 33 de la avenida de Gabriel Alomar i Villalonga, en Palma, edificio en el que está ubicada la sede de la Conselleria de Medi Ambient. En principio la señal de aviso se dio como un incendio casero, iniciado en unas cortinas. Pero a su llegada, los bomberos y policías locales se encontraron con una situación preocupante. Efectivamente el fuego se declaró en la cortina, cuando una joven estaba viendo la televisión, se fue un momento a otra habitación y al regresar se encontró con toda la sala en llamas. El fuego de propagó con rapidez y provocó una gran humareda, que se fue expandiendo hacia los pisos superiores. Al lugar llegaron varias ambulancias y patrullas del CNP. Los bomberos se dedicaron a instalar un sistema para extraer el humo, mientras que se iba entrando en los pisos superiores al tercero, trabajo que llevaron a cabo bomberos y policías locales.
La joven que estaba en el piso incendiado tuvo que ser asistida por personal médico y, sobre las diez y media de la madrugada, surgía de nuevo la alarma al informarse de que una niña de dos años, hija de Pepote Ballester, sufría síntomas de intoxicación por inhalación de humo. Rapidamente llegaron al piso los bomberos y policías, y reclamaron la presencia de un médico. Por fortuna la pequeña no pasó por mayores problemas y, junto con su padre, se quedó en la vivienda sin necesidad de tener que ser trasladada a un centro médico. Otras personas fueron también atendidas pero al final, lo que se temía que podía llegar a provocar alguna desgracia personal se quedó en un susto. En cuanto a los daños materiales, el piso donde se declaró el fuego sufrió desperfectos muy graves así como el rellano, la escalera, y los otros pisos se vieron afectados por el humo.
En la entrada del edificio se fueron agolpando los vecinos que estaban fuera y regresaban a sus casas. Pasadas las tres y media de la madrugada se les informó de que había pasado el peligro y de que todos podían subir a sus domicilios, aunque sin utilizar el ascensor como medida precautoria.