EFE-PRAGA
Praga contuvo ayer la respiración por la suerte de su casco
histórico, evacuado de madrugada, tras días de lluvias e
inundaciones que han anegado la mayor parte del país y que siguen
amenazando zonas del este de Alemania. La crecida del rio Moldava
que amenazaba toda Praga, donde 50.000 personas fueron evacuadas,
pareció estabilizarse ayer. De madrugada hubo una nueva evacuación,
en el casco histórico de Stare Mesto, que fue acordonado por la
policía y permaneció casi desierto, con los praguenses cruzando los
dedos para que los sacos terreros y otras medidas de contención
lograran detener las aguas.
El metro y otros servicios esenciales y suministros no funcionaban en parte de la ciudad. Pero la catástrofe no ha disuadido de proseguir sus vacaciones a la mayoría de los turistas españoles que se encuentran en Praga, unos 2.000, informó el cónsul Darío Otero. Los turistas han sido realojados fuera de las zonas más inundadas y «sólo cuatro personas han pedido cambio de billete para abandonar inmediatamente el país», añadió el representante español, que auguró que «seguirá la afluencia de gente».
En Alemania, donde las riadas se han cobrado ya nueve muertos y un centenar de heridos, continuaba ayer la emergencia en la zona este, sobre todo en los estados federados de Sajonia y Sajonia Anhalt, por temor al aumento del nivel de las aguas del Elba. El canciller Gerhard Schroeder, de visita en las zonas más afectadas, lamentó que las riadas hayan destruido la labor realizada en el este alemán desde la reunificación. «El trabajo de diez años ha sido destrozado en una noche».
A sólo 50 kilómetros, en Viena, el Danubio alcanzó al mediodía su nivel máximo, con casi ocho metros de altura y 10.500 metros cúbicos de agua por segundo.