«Ha sido un trago muy duro, pero me ha servido de consuelo. Pedimos ver a nuestra hija y nos dieron todas las facilidades. Han sido pocos minutos, los suficientes para poder ver su rostro plácido y sin ningún rictus de sufrimiento. No debió darse cuenta de nada», manifestó Llorenç Barceló en Tremp, mientras aguardaba los trámites legales para poder regresar a Mallorca con el cuerpo de su hija.
Ellos confiaban en poder volver ayer mismo, pero hasta pasadas las cuatro de la tarde no se hizo efectivo el informe forense y el de la Policía Judicial. El abogado Mateo Cañellas, enviado por la conselleria de Educació y que se encarga de ayudar a la familia en los trámites legales, también asistió a los siete compañeros de la fallecida en su comparecencia ante el juez. El suplente del juzgado de Tremp aseguró que por lo menos habría que esperar hasta hoy para llevar el cuerpo de la joven hasta la Isla.
En los apartamentos en los que ocurrió el accidente la normalidad era, ayer, absoluta. El director del complejo hotelero se negó a facilitar información alguna con el pretexto de que el juez había prohibido dar información alguna a la prensa. De hecho tampoco quiso recibir a la familia y se limitó a mandar a una atribulada relaciones públicas.
Después de haber visitado el lugar del suceso, Llorenç Barceló pudo darse cuenta de la fatal mala suerte de su hija: «Por esa caída, todo lo más podría haberse fracturado unos cuantos huesos. Pero cayó sobre un murete que separa el edificio y eso fue lo que le causó la muerte. Es cierto que no debía haber intentado pasar de un balcón a otro, pero son jóvenes y tienen reacciones propias de su edad. Además, cualquiera que lo vea podrá comprobar que es muy fácil pasar de un lado al otro, porque hay unos salientes que permiten poner el pie», explicó el progenitor.