Sanfermines en el Consolat

| Palma |

Durante la vibrante semana de los Sanfermines, y coincidiendo con la celebración del cambio al frente del Govern, salieron los toros de la ganadería del Consolat en un encierro que, pese a la rumorología, se preveía limpio: sin cogidas ni cornadas de importancia entre los corredores políticos -consellers y directores generales-, respaldados por las palabras tranquilizadoras de la presidenta Marga Prohens, quien aseguró que todos contaban con su apoyo.

Sin embargo, al final de la cuesta de Santo Domingo, uno de esos ‘toros’ embistió de lleno a la exalcaldesa de Palma, Catalina Cirer, que ha abandonado la carrera tras una larga trayectoria política con muchas más luces que sombras. No hay imágenes claras del toro responsable de su salida: la oposición apunta al de la inmigración, otros señalan su gestión al frente de la Conselleria, y algunos hablan de una suma de pequeños detalles que impidieron superar esa ‘cuesta’.

Cirer fue un fichaje estrella en una época en la que la política exigía nivel, descubierta gracias a la ojeadora Rosa Estaràs. Desde el inicio demostró ser una gran corredora en esos ‘encierros’. Incluso fue postulada para liderar el poscañellismo en el PP frente a Jaume Matas, tras el breve mandato de Tòfol Soler.

Su gran aportación electoral fue revertir la tendencia a la baja del PP en Palma, logrando la alcaldía por mayoría absoluta en 2003 con más del 46 % de los votos, convirtiéndose en la primera mujer al frente de Cort. Repitió ese porcentaje en 2007, aunque sin mayoría absoluta, quedando a merced de la UM de Maria Antònia Munar. A pesar de las denuncias de compra de votos de UM, la izquierda de entonces -con Armengol y Calvo al frente- miró hacia otro lado para acceder al poder, en una actitud que recuerda al actual blanqueamiento de la corrupción del sanchismo, basado en el miedo a que gobierne la derecha -hoy, el miedo a VOX-.

Cirer forma parte del selecto grupo de alcaldes de Palma con más del 46 % de apoyo ciudadano, junto a Ramón Aguiló -PSOE-, Joan Fageda -PP en la coalición con UM- y Mateu Isern -PP-. Durante su mandato se impulsaron proyectos transformadores para la ciudad, como los Casals de Barri, el Parc de sa Riera, la reforma del Born y los campos de fútbol municipales, el boulevard de Jacint Verdaguer y la recuperación del Baluard del Príncep, entre otros.

Intentó transformar la estructura interna del PP palmesano, pero las resistencias internas y la pérdida de la alcaldía frenaron su ascenso. Desde entonces ha ocupado cargos de gestión, pero no ha liderado candidaturas.

Su cercanía y estilo personal le han granjeado una notable popularidad, no solo en Palma, sino en toda la isla. Era habitual verla coger el bus de la EMT para ir a la Conselleria, sin necesidad de posar para redes sociales. Por eso, ha sido, es y probablemente seguirá siendo un activo valioso del Partido Popular.

Respecto al resto de cornadas -que haberlas, haylas-, queda por ver si los toros llegarán a su destino en lo que resta de ‘encierro’. Por ahora van por Mercaderes, pero aún queda superar la temible curva de Estafeta y alcanzar el callejón, la parte más estrecha del recorrido, sin margen de error, hasta entrar en la Plaza. Todo ello, descontando que ninguno de los toros -como el de la turismofobia, bajo la excusa de la masificación, la bomba demográfica o el de la ampliación urbanística en suelo rústico- se gire y empitone a algún otro miembro del equipo de gobierno.

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