En el amanecer del miércoles, 9 de julio, un anciano fue gravemente apaleado por un grupo de jóvenes sin identificar en las cercanías del cementerio de Torre Pacheco, una ciudad murciana del campo de Cartagena de unos 40.000 habitantes, de los que aproximadamente un tercio son inmigrantes. La zona es fecunda y los inmigrantes sostienen una agricultura próspera en la región.
Este hecho atroz recibió rápidamente una respuesta airada de varios grupos de extrema derecha dispersos por el Estado que se conectan por Telegram, que convocaron «una cacería» para los días 15, 16 y 17, en represalia a la brutal acción. Es obvio que la especie cinegética que se proponen abatir estos activistas es la formada por los propios inmigrantes.
El viernes, día 11, tuvo lugar una concentración convocada en la plaza del Ayuntamiento con el lema ‘Torre Pacheco, libre de violencia, libre de delincuencia’, a la que acudieron gentes de fuera de la localidad. Y aunque la finalidad oficial de la protesta era clamar contra los recientes actos delictivos, la concentración derivó en violencia.
Vox y sus satélites, evidentemente, han visto en este asunto una ocasión de impulsar sus objetivos xenófobos y, tras acusar sin pruebas a los inmigrantes de la agresión, han reclamado con furia la expulsión sistemática y brutal de todos los extranjeros y el cierre de las fronteras. El oportunismo de Vox es proverbial.
El clima recalentado que generan los mensajes racistas y xenófobos de Vox en las redes sociales incita a la violencia, que sin duda se intensificará si esta organización ultra crece como anuncian las últimas e inquietantes encuestas. Y ante el riesgo de que germine y se extienda esta simiente maligna de odio y exclusión, es urgente que toda la gente de bien de este país se movilice sin contemplaciones para detener esta oleada de indignidad que propagan Abascal y sus repulsivos ideólogos.
Sobre todo los miembros del PP, en cuyas manos está el acceso de Vox a las instituciones, tienen que apartarse de esta incitación elitista a excluir del común a personas de afuera que tuvieron que transterrarse para encontrar el sustento y la vida, como hicieron nuestros abuelos en los años cincuenta y sesenta.
Tan difícil es un control de frontera y no dejar entrar a nadie sin documentación? Tan mal està devolver a sus países a los delincuentes? Los que vienen con intenciones de trabajar y mejorar sus vidas son bienvenidos y no vienen indocumentados ni a escondidas.