Nadie pone en cuestión los conocimientos y diagnósticos de un cardiólogo o un físico nuclear. En cambio, casi todo el mundo por el hecho de hablar se considera un experto en lingüística y, como si esa materia se adquiriese por arte de magia, se cree a la misma altura que un filólogo.
Con cuatro discusiones de bar y alguna lectura peregrina sobre el tema se considera apto para pontificar sobre lenguas y dialectos y hacer dictámenes como si su opinión fuera igual de válida que la de un especialista. Eso es lo que dijo Toni Nadal. Los conocimientos sobre el lenguaje son motivo de ciencia, no de creencia.
Una cosa es opinar y otra saber. Alguien puede opinar que la tierra es plana, que Colón no descubrió América o que nuestro planeta está infestado de ovnis, pero no sabe nada. Tampoco de lingüística. El saber que tengo después de cinco cursos de filología hispánica, dos años de doctorado y seis de tesis doctoral en filología catalana, certifica que el castellano y el catalán son lenguas; y el andaluz o el peruano, como el mallorquín o el ibicenco, dialectos de esas lenguas.
S'articulista no ho ha pogut dir més clar, però ets espanyolistes des fòrum continuaran fent es sord perque ès s'única manera d'aferrar-se a s'emblanquinat de sa propaganda que els adoctrina: falsa, mentidera, simplista i pobre.