Analfabeto

| Palma |

A menudo me asombro con la ignorancia generalizada que transmiten los jóvenes y lo relaciono con las mil reformas educativas que ha sufrido este país hasta conseguir que la generación de mis padres sea mucho más culta que la de mis hijos. Pero, ay, a veces también surgen comentarios que me rompen la cabeza y procedan de personas teóricamente bien formadas y de una edad respetable. No sé si publicar su nombre, porque sería bochornoso, pero diremos que es un reputado médico español especializado en medicina antienvejecimiento.

Uno de los valedores de la teoría de que el ser humano de forma natural puede vivir 120 años conservando salud y energía. En una entrevista afirma rotundo que la menopausia no existía antes del siglo XX. Porque, argumenta, hasta esa fecha las personas se morían a los cuarenta años de media y por tanto no daba tiempo a que ninguna mujer llegara a experimentar esa parte de su vida. Me quedé en shock, igual que los dos chavales que realizaban la entrevista, pero, claro, ellos a sus 24 años fueron incapaces de rebatirle. Recordé a la reina Victoria de Inglaterra, que vivió 81 años; su antecesora Isabel I, que cumplió 70 años en el siglo XVI; Santa Teresa de Ávila, que murió a los 67; la pintora Sofonisba Anguissola, que alcanzó los 93 en esa misma época.

O, sin ir tan lejos, antepasadas mías cuyos nombres reposan en el árbol genealógico familiar, como María Manuela Larrumbe Galarraga, que llegó a los 85 en el siglo XVIII y tantas de sus parientes que sobrepasaron con creces los cuarenta. Que uno sea ignorante puede tolerarse, pero proclamarlo así a los cuatro vientos ante un micrófono da vergüenza ajena. Por mucha carrera universitaria y doctorado que ostente.

Sin comentarios

No hay ningún comentario por el momento.

Lo más visto