En lo más álgido de la fiebre de Donald Trump por cazar inmigrantes para deportarlos, los grandes empresarios y agricultores estadounidenses le visitaron en la Casa Blanca para rogarle que frenara, que se estaban quedando sin obreros y eso paralizaría la actividad económica del país, amén de sus fabulosas cuentas corrientes. No sé si Trump decidió aflojar o le dio igual, pero esa anécdota nos puede servir de gancho para analizar la propuesta de Vox para «resolver el problema» de la inmigración en España. Ni cortos ni perezosos, plantean cortar por lo sano y sacar de nuestras fronteras a todos y cada uno de los ocho millones que viven aquí desde que José Luis Rodríguez Zapatero, tras negar por activa y por pasiva que se avecinaba una crisis, les abrió las puertas de par en par. La idea de Santiago Abascal puede discutirse desde mil puntos de vista, pero seguro que a los empresarios que este país, como a sus colegas yanquis, no les hace mucha gracia. Basta acercarse a miles de negocios y sectores para saber qué perfil de empleado ocupa gran parte de los puestos disponibles. Si mañana se marcharan a sus lugares de origen o a cualquier otro lugar esos ocho millones de inmigrantes serían miles las empresas que tendrían que echar el cierre, al menos momentáneamente. A continuación, si pretendieran reponer a esos obreros, lo primero que tendrían que hacer es subir salarios y mejorar condiciones. Porque todos sabemos cuál es la ventaja de contratar a un extranjero: es la mano de obra más barata y menos exigente. No les queda otra. Los españoles nos hemos vueltos finos y ya no aceptamos según qué. Así que Vox, al que seguro apoyan muchos empresarios, les asestaría una buena puñalada trapera.
Deportaciones
Amaya Michelena | Palma |
AuslanderCinismo al cubo...