De la lista de Javier Cercas, cuatro. De la de Mario Vargas Llosa, solo tres (aquí me ha perjudicado que el autor no se atreviera a incluir ninguno de sus libros). Con la de Arturo Pérez Reverte ha habido más suerte; cinco. Esto solo en las últimas tres semanas. Normalmente voy a lista por semana con una media de aciertos de entre el cuarenta y el sesenta por ciento. Porque no hay semana en la que algún medio digital no te presente su propia lista, atribuida a un autor de renombre o directamente apócrifa, de las novelas que, se supone, tienes que haberte leído sin falta si un día quieres irte al otro mundo en paz contigo mismo.
Las listas de libros que uno debería leer (como las de películas que ver, playas paradisíacas en las que darse un chapuzón, cafés donde sentarse a pasar la tarde, cervezas que tomarse o ciudades que visitar) son como esos concursos de la tele que ni te van ni te vienen, pero al final acaban teniéndote plantado horas en el salón de casa respondiendo en voz alta como un idiota a las preguntas que el presentador les va haciendo a los concursantes (créanme: el secreto de su audiencia es que siempre consiguen que uno te caiga mal y encima sepa más que tú). Yo en uno de esos concursos estuve en un tris de llegar a la final (y menudo bote había, oigan) y en una lista del Cosmopolitan conseguí acertar una vez siete de diez.