La expresión que lleva por título este artículo es una expresión que, en mallorquín, significa limitación, que se ha alcanzado un hito de tope. En otras palabras, significa: basta. La cuestión del crecimiento o decrecimiento turístico se está convirtiendo absolutamente en un deporte nacional. Frecuentemente se oyen en la calle intercambios de opinión respecto a si Baleares aún puede absorber más población (residente y flotante) o si, más bien, ya nos hemos pasado de frenada. Incluso dentro del propio sector turístico hay voces en ambos lados de la mesa, lo que significa que no hay, ni de lejos, unanimidad en materia de crecimiento.
Las empresas son las primeras que están sufriendo, lo que da a entender que nos hemos pasado de frenada. Los procesos de selección de personal cada vez son más complicados al no encontrar motivación ni manos para trabajar entre los trabajadores permanentes en Baleares. Y los trabajadores temporales, que sí tienen motivación y manos, tienen serios problemas para encontrar alojamiento digno, y cuando lo encuentran tienen que calcular la parte de su sueldo que deberán destinar al alquiler. Por estos motivos, es frecuente oír a personas con ganas de trabajar: «no compensa», relacionado con una oferta de trabajo.
Mientras, en la arena política, los reproches y las medallas siguen bailando al son de intervención parlamentaria: los que estuvieron al mando durante las dos últimas legislaturas reprochando todo lo que ellos no hicieron, y los que están ahora al mando diciendo que ni crecimiento ni decrecimiento, sino que la partida ahora va de contención.
Contención hace alusión a no en volem pus. Contener las plazas turísticas legales, como ha hecho el Govern, es un hecho, ya no es una promesa. En esto ha cumplido. Sin embargo, ¿cómo van a contenerse las plazas ilegales? En Baleares, vaya por dicho, hay unas cuantas: tanto en la hotelería tradicional como en el alquiler vacacional, y eso por no hablar de las visitas de amigos y familiares que se multiplican año tras año.
La contención, como si del muro de la presa del Gorg Blau se tratara, es un límite existente pero inútil cuando las circunstancias se «desbordan». La percepción en la calle es que Mallorca está desbordada. Un 62 % del muestreo del estudio de Homo Turisticus indicó claramente que no quiere más turismo para vivir mejor.
A partir de aquí se abren nuevas preguntas: ¿No se quiere más turismo o no se quiere turismo? ¿Contener el turismo es tan fácil como cerrar un libro cuando no se quiere leer más? ¿O, más bien, es como intentar contener la marabunta de clientes a las puertas de los almacenes comerciales a primera hora del primer día de rebajas de enero?
El estudio de Homo Turisticus ha detectado claramente que no es que el muestreo no quiera turismo, sino que no quiere más turismo. El desbordamiento ya está aquí. No caben más excusas. No es válido seguir mirando a otro lado. Y algunos llevamos años advirtiendo de esta situación, aunque poco caso nos han hecho. Ahora tenemos el ‘marrón’ encima y quien está al mando intenta quitárselo como puede.
Quien estuvo al mando tiene la posición cómoda, e hipócrita, de recriminar lo que ellos propiciaron. Y quien está al mando tiene la posición incómoda de lidiar con el legado, pero tampoco puede ser hipócrita jugando al escondite con el marrón que tiene encima.
Hay que ser valiente, contundente e ir de frente. Se debe poner toda la carne en el asador y dejar de esconderse entre faldillas según el momento. Porque, y respondiendo a las anteriores preguntas sobre la contención, contener el turismo es una falacia. Y esto no sólo va por el Govern, también va a esas voces que piden parar el turismo como si de cerrar un loro se tratara. Señores, la afluencia turística no puede gestionarse como si de pulsar un botón en un centro de control se tratara: «Ahora no quiero más turismo; pues pulso el botón y se para. Ahora me interesa más turismo; de nuevo pulso el botón y se enciende».
Las dinámicas turísticas son mucho más complejas, y por eso deben tenerse en cuenta todos los factores para poder hacer una gestión eficiente y efectiva de un gran marrón. Hay muchos territorios a quienes les gustaría llorar con nuestros ojos. Gestionar turismo a granel ha sido una bendición durante décadas. Sin embargo, las externalidades que está generando están ocasionando un nivel de insatisfacción, irritación e inconformismo que debe atajarse directamente. Pero tampoco pueden aplicarse las recetas simplistas de algunos, por ignorancia.
En definitiva, hay que bailar entre cánticos ignorantes y otros que siguen rezando uno de los más populares y endémicos aforismos de Mallorca: Ja ho veurem! Vaya marrón.