Damiana

| Palma |

Damiana Massutí es militante de base del partido de Pedro Sánchez y exconcejala de Felanitx. Ha dirigido un burofax a la dirección nacional de la organización para que se incluya en el orden del día del comité federal de julio la revocación o censura del actual secretario general y presidente del Gobierno. No es una iniciativa aislada. En Murcia, el abogado y también militante Juan José González también ha apelado al artículo de los estatutos federales del partido que contempla la posibilidad de la censura del máximo responsable. Hasta 38 nombres muy conocidos del socialismo nacional (Nicolás Redondo, Cesar Antonio Molina, Juan José Laborda, Javier Rojo, Paco Vázquez, Tomás Gómez…) se han dirigido por escrito a Pedro Sánchez solicitándole «tu inmediata renuncia como secretario general del PSOE» de forma que el comité federal designe una comisión gestora con el encargo de convocar un congreso extraordinario. Damiana fundamenta su demanda de censura en «el descrédito ético que está arrastrando al PSOE a la irrelevancia política» y hace un llamamiento a la militancia    para no ser «cómplices del naufragio». En la carta de los 38 hay referencias a los casos de corrupción, a una «práctica de gobierno caracterizada por espurias decisiones que han supuesto una efectiva mutación de nuestra Constitución» y a la relación de actuaciones del sanchismo que han provocado el grave deterioro institucional, con la amnistía de los golpistas catalanes como vértice de la pirámide de mentiras y rendiciones con las que Pedro Sánchez se mantiene en el poder. El detonante último de esas reacciones, la gota que ha colmado el vaso de la paciencia son, evidentemente, los casos de corrupción que implican a cargos de la máxima confianza de Sánchez y a su propia familia. El expresidente Felipe González ha calificado la amnistía de «ley de la vergüenza» al tiempo que ha negado públicamente el voto al partido de Pedro Sánchez.

Pero ahí seguirá el presidente mientras cuente con los apoyos que le invistieron, respecto de los que nada permite pensar que vayan a flaquear dado el rédito que obtienen de la debilidad parlamentaria de Sánchez. En 1968, el entonces director del diario Abc acuñó el término búnker para referirse a los que se oponían a la evolución del régimen franquista y la apertura hacia Europa, en una clara alegoría de la resistencia a ultranza de Hitler en el búnker de Berlín. El máximo dirigente comunista de la época, Santiago Carrillo, popularizó la idea con un artículo muy celebrado: «O la libertad o el búnker». En la actualidad, conspicuos analistas de la política nacional han recuperado la imagen del búnker para describir la situación de Pedro Sánchez.

El presidente necesita mantenerse en la Moncloa en prevención de lo que vayan a ir deparando las investigaciones judiciales en marcha que, por mucha bronca que pretenda con Trump y la OTAN para distraer la atención pública, siguen imparables. La correlación de fuerzas en el Parlamento no apunta a variación alguna. La reacción, por tanto, la posibilidad de quebrar el férreo control de la organización que tiene Sánchez y recuperar el hoy inexistente PSOE deberá venir de dentro, con iniciativas como la de los militantes de Felanitx, de Murcia o la misiva de los 38 ex altos cargos del PSOE.

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