Estaba un poco liado, así que pregunté a un amigo judío catalán muy querido –con importantes conexiones en las altas esferas israelíes– cuál era la situación tras el alto el fuego impuesto por Trump en Oriente Medio. En realidad, mi primera pregunta inquiría acerca de si era verdad o mentira que, al menos de momento, cesarían los bombardeos entre Israel e Irán. Mi amigo, ingenioso en sus respuestas, apeló al ejemplo del leudado de la masa del pan, cuestión en la que los judíos ortodoxos son auténticos expertos. «La fermentación –dijo– tarda un tiempo en producirse en función de la temperatura y la humedad del ambiente. La levadura para un alto el fuego está amasada y aunque las condiciones para que se produzca no son precisamente las más favorables, creo que la masa fermentará». Una de estas condiciones favorables es que Trump no quiere guerras.
El hombre no es belicoso porque los enfrentamientos armados son un peligro para sus negocios. El presidente de EEUU quiere que se acaben todas las guerras, la de Gaza, la de Irán y, por supuesto, la de Ucrania. El está por los Acuerdos de Abraham, frustrados por el régimen iraní con el ataque del 7 de octubre del 2023. Por encima de todas esas consideraciones, un hecho se impone de modo aplastante: Israel ha ganado esta guerra, llamada ya por algunos ‘de los 12 días’. La capacidad nuclear iraní ha sido desmochada, su poder balístico completamente destruido. El sistema de defensa aérea iraní ya no existe, gran parte de su infraestructura militar y logística ha sido borrada del mapa. Pero hay más: a partir de ahora Irán tendrá que renunciar a sus propósitos de aniquilar militarmente a Israel. En ese objetivo tomaron el testigo de Nasser, aunque cambiando de estrategia.
Los ayatolás supieron urdir una tela de araña potente contra el Estado judío a base de paciencia y años. Una política asimétrica tendente a alimentar grupos terroristas –nunca enfrentamientos entre ejércitos regulares– actuaciones de desgaste, islamismo radical para sustituir al socialismo nasserista. A partir de ahora eso le será muy difícil, por no decir imposible: Hizbolá está triturado, Gaza arrasada. Ahora les costará más encontrar socios vicarios dispuestos a mantener esta estrategia de tensión. Por supuesto que Israel no ha obtenido una victoria final, pero sí una victoria imprescindible. Los países árabes de Oriente Medio saben que el pequeño Estado judío es la potencia militar indiscutible de la zona.
Lo que debe hacer Israel es, dejar de masacrar la población de gaza y devolver el territorio okupado,,, lo he puesto con K, por ocupación, y que tenga mucho cuidado a quién amenaza porque Iran no es moco de pavo.