Los golfos apandadores

| Palma |

Recuerdan los tres torpes enmascarados de Disney que intentaban quedarse con la pasta de Scrooge Pato? Los llamaban los Beagle Boys; nosotros tenemos a los chicos del Peugeot. Alega el presidente que no eligió a los golfos, los golfos le eligieron y le siguen eligiendo. Cuando Sánchez era un proscrito del poder de su partido, los golfos vieron la oportunidad de desarrollar su negocio navarro por toda España. Alguna mente privilegiada, acostumbrada a sobrevivir explotando las grietas del sistema, pensó que con un mensaje populista tan sencillo como el estribillo del La, la, la –«No es no»–, se podía derrotar al sistema en unas elecciones primarias y los golfos invitaron al proscrito populista a subirse al Peugeot, sabedores que aquel que consiguiera todo el poder surgiendo de la nada les concedería lo que quisieran para sus negocios y así se ocupó el poder. Recuerden al exministro nacido en Torrente, con su risa sarcástica diciendo: «Se creen que siendo ministro de Fomento, donde cada mes adjudicamos contratos por cientos de millones, me iba a molestar en colocar unas mascarillas? Eso es el chocolate del loro», aunque fuera un chocolate podrido con hedor.

Y como los chicos del Peugeot, luego vinieron los Bildu, los fugitivos del 7 de octubre... Todos los golfos escogieron al mismo Narciso, quien, aunque no es perfecto, considera que lo mejor para España y el mundo es que él ocupe su poltrona porque el brillo de Narciso todo lo justifica. Cómo devino la democracia en partitocracia es una incógnita que sobrepasa este análisis, pero la siguiente degeneración del sistema, en la que los golfos y Narcisos populistas invaden como parásitos los partidos, para dominar el sistema democrático en su provecho debe detenerse, si aún estamos a tiempo.

La paradoja es que en estos momentos sólo imagino una solución para el futuro de España, salvar al PSOE. Si la España centrada no quiere perder por décadas el equilibrio de un centro izquierda que pueda sostener en el futuro la alternancia en el poder, desde los cuatro resentidos del PSOE hasta los líderes del PP deberían trabajar por el presente y el futuro de España y ayudar a Sánchez a cumplir su sueño de que la historia le recuerde por algo positivo. No era mala idea la de Sánchez de circunscribir al partido la crisis de los chicos del Peugeot, pero incompleta. Deberían presionar a Sánchez para que presente su renuncia a liderar el partido y convoquen un congreso que permita crecer a un líder en el PSOE y, en paralelo, iniciar el trámite de la reforma de la Constitución que establece la primacía del varón sobre la mujer en la sucesión al trono, reforma que implicaría la disolución de las Cortes, para la ratificación de la reforma por las venideras. Así dar paso a unas elecciones con nuevo líder y nuevas caras en el PSOE. Así acabaríamos con el estupor en que estamos sumidos, sin obligar a los socialistas de bien a elegir entre sus ideas y su estómago, sin afectar al ego del gran Narciso. De aquí a tres décadas, en los libros de texto se mencionara a Sanchez como el presidente que acabó con la ley sálica. Pocos recordarán las condenas a los chicos del Peugeot. Hablamos de fin de ciclo como una debacle sin precedentes, olvidando la larga agonía del felipismo que no cayó en 1993 como se esperaba, sino en 1996, tras soportar condenas de cárcel para el hermano del vicepresidente por corrupción y cohecho, para el ministro y el secretario general de Interior por terrorismo de Estado, el gobernador del Banco de España por fraude fiscal y la huida al Sudeste Asiático con el botín del director general de la Guardia Civil.

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