Más colegios

| Palma |

Hay un runrún que recorre todos los países desarrollados, del que se habla en voz baja pero supone una de las más críticas alertas sociales. Lo llaman «suicidio demográfico» y viene a sustituir al ya alarmante «invierno demográfico» en el que llevamos tiempo instalados. Es fácil de entender: los jóvenes no tienen hijos. Si se necesitan dos niños por mujer para mantener una población estable –lo que se conoce como tasa de reposición, por cada dos padres habrá dos hijos–, en España andamos por 1,16 niños, es decir, a punto de reducir la esperanza poblacional a la mitad.

Pero es que en Balears estamos aún peor, con solo 1,11 niños por mujer. La tasa esperada en 2040 estará alrededor del 0,8, mientras se habrá disparado en un 75 % la población anciana. Eso, que sería una excelente noticia para quienes aspiran a que la población de las Islas se reduzca, es un pésimo dato para quienes desean la pervivencia de la cultura, el idioma y la idiosincrasia del lugar. Porque, añadido a este bajón de la natalidad, va asociada la constante y briosa llegada de extranjeros de todas partes del mundo, lo que nos diluye todavía más.

En este contexto y mientras en el resto de España empiezan a echar el cierre a centros de enseñanza por falta de alumnos, aquí el Govern de Marga Prohens se lanza con alegría a anunciar la construcción de 77 nuevos colegios. Quiero creer que sus asesores y técnicos han estudiado el tema a fondo y ese despliegue es necesario no solo ahora, sino en un futuro a corto y medio plazo. Porque de otro modo constituirá un despilfarro de recursos públicos injustificado. Porque los inmigrantes que llegan lo hacen en edad de trabajar y pronto querrán tener tan pocos hijos como nosotros.

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