El martes 6 de mayo es la fecha marcada para empezar el Cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco.
Es el día que, ayer, en la primera Congregación General de Cardenales, apuntaron los purpurados en sus agendas. Es la primera de las reuniones que mantienen los cardenales durante la etapa de sede vacante abierta tras el fallecimiento del pontífice jesuita y argentino que durante los últimos doce años gobernó la Iglesia con espíritu franciscano y reformista.
El Cónclave 2025 se celebra veinte años después del que eligió al cardenal Ratzinger para suceder, como Benedicto XVI, a Juan Pablo II. Fue la crónica de una designación anunciada. Y, ¿ahora qué? Circulan listas de muchos papables -el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, es muy citado- y los medios publican la nombres de candidatos que, según el color del cristal de cada uno, califican de progresistas o conservadores.
El colegio cardenalicio está formado hoy por 252 miembros, de los que Francisco nombró a 149. Pero el número de cardenales electores se reduce a 135, o sea, los que o han superado los ochenta años. Los otros 117, entre ellos el mallorquín Luis Ladaria, pueden asistir pero no podrán votar. Proceden de 65 países y muchos no se conocen entre ellos. De los 135 electores, 110 fueron nombrados por el Papa Francisco. Ello no significa, advierte Gian Guido Vecchi en Il Corriere della Sera, que «el sucesor sea a su imagen y semejanza, porque no son en absoluto un grupo homogéneo».
Empieza el tiempo de los contactos y las conversaciones que acabarán configurando la mayoría de dos tercios para designar al próximo titular del anillo del Pescador.
135 hombres, que actúan bajo juramento, se encontrarán solos, ante Dios y su conciencia, para depositar en la Capilla Sixtina la papeleta con el Eligo in Summum Pontificem... Está todo por escribir.