Las aguas peninsulares bajan embarradas. Acontecen hechos preocupantes. Felipe y Letizia se dieron un baño de fotos y aplausos hace unos días en una visita sorpresa y fuera de agenda a algunas localidades valencianas, ya más calmadas. No acudieron ni Pedro ni Begoña, de viaje transoceánico a la Cumbre Mundial del Clima. Hubo bronca hace unas semanas entre Felipe y Pedro tras el accidentado paseo por la martirizada Paiporta. El presidente no quería aquella visita apresurada, pero el Rey sí a toda costa. Hubo follón y volaron bolas de barro y algún palo. Después, Sánchez impuso a gritos su criterio e impidió a la comitiva real continuar hacia otros pueblos.
Esta semana, Felipe ha completado el periplo, pero sin Pedro. ¿Por qué no pactaron un día para ir juntos? Sorprende tanta displicencia. Hay gota fría entre Zarzuela y Moncloa. En más de cuarenta y cinco años de Constitución, jamás se había explicitado tanto distanciamiento.
Y eso mientras un juez anda desbocado reclamando el ¡certificado de matrimonio! de Pedro Sánchez y Begoña Gómez mientras escudriña cuentas corrientes. Tal esperpento jamás había acontecido desde los Reyes Católicos.
Entre tantos nervios, quien ha puesto la guinda del desconcierto ha sido el presidente autonómico valenciano, Carlos Mazón, que ha creado una Vicepresidencia para la Reconstrucción trufada de generales.
¿Es que acaso considera imbéciles a sus compañeros del Partido Popular y no los ve capaces de gestionar las decenas de miles de millones que llegarán a Valencia? Está bien llamar a militares expertos para puestos de asesoría técnica, pero entregarles toda una supervicepresidencia es dejar a su propio partido a la altura del barro. ¿Quién les va votar si su propio jefe les aparta de los puestos de alta responsabilidad?
En conjunto, esta DANA ha enfrentado a Zarzuela, Moncloa y al Palau de la Generalitat valenciana. Cada cual a su bola, cada cual entonando el propio canto hacia la salvación.