Los Sonny Angels son la tendencia viral del momento. Se trata de muñequitos de plástico de apenas diez centímetros con apariencia de ángeles desnudos que tienen diferentes gorros de animal, de fruta, de verdura, de flor… Cuestan algo más de diez euros y se coleccionan o se llevan pegados al móvil.
Los inventó el japonés Toru Soeya, fundador de la empresa de juguetes Dreams Inc., especialmente para mujeres adultas jóvenes. Tienen un componente sentimental y terapéutico, puesto que a muchas personas les ayudan a relajarse y a reducir el estrés diario. Están pensados para hacernos sonreír. Forman parte de la cultura japonesa Kawaii, que significa tierno o adorable. De hecho, se promocionan como «minifiguras decorativas que te pueden traer felicidad», y tienen la particularidad de que son sorpresa, no sabes cuál te ha tocado hasta que abres la caja.
Aunque existen desde hace veinte años, sus ventas globales se han disparado recientemente y los originales son difíciles de conseguir. Un artículo de Bloomberg Businessweek ponía de manifiesto dos momentos que hicieron escalar las ventas: cuando los Sonny Angels aparecieron en un sketch de la cantante Dua Lipa en el programa norteamericano ‘Saturday Night Live’ en mayo de este año, y cuando la modelo Bella Hadid publicó hace poco una foto de su colección en Instagram.
Cuando veo los Sonny Angels, no puedo evitar pensar en los Tamagotchis, una mascota virtual que se hizo popular en 1996. Dormía, comía y hacía sus necesidades. Iba con pilas y el juego consistía en cuidarlo para que no se muriese. Pero modas virales ha habido más. Recuerdo cuando de repente un año las calles se llenaron de patinetes (por supuesto que no eran eléctricos). Me acuerdo de los Furbys, las Bratz, la GameBoy, de hacer pendientes con fimo o cuando de repente teníamos la necesidad imperiosa de cambiar la carcasa del móvil. Más recientemente, en 2017 apareció el juguete fidget spinner, que se consideró peligroso por riesgo de asfixia y de lesiones.
Por coleccionar, se puede recopilar de todo: sellos, monedas, juguetes, chapas, discos, cómics o incluso vasos de chupito. Es la definición del tener por tener, amar el hecho de poseer objetos físicos que no tienen utilidad. Sin embargo, al menos en España, la mayoría de gente que compre un Sonny Angel no lo hace realmente para coleccionar. Lo hace simplemente porque es tendencia.
La moda se define como «uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país». Damos valor al sentido de pertenencia, queremos sentirnos identificados con un grupo, aunque sea a escala mundial. La globalización solo lo ha puesto más fácil. Lo que más me gusta de esta tendencia es que valida el hecho de que los adultos también podamos jugar. Ahora son los Sonny Angels, ¿qué será lo próximo?