España tiene un presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que considera que si un suicida a punto de lanzarse al vacío no pide ayuda, no es preciso salvarlo. Ha actuado de este modo en Valencia ante un presidente de la Generalitat suicida, Carlos Mazón, durante la DANA que ha asolado su comunidad y ha dejado un trágico saldo de más de doscientas víctimas mortales. Las pérdidas económicas son incalculables. Así son y así actúan nuestros dirigentes. La hipocresía rige sus actos. Mucho lamento público -lágrimas de cocodrilo- pero ningún acto de contrición seria y real. La intervención de Mazón ante las Corts Valencianes fue un claro ejemplo de ello, fue incapaz de asumir su responsabilidad -el tiempo dirá si criminal- en la tragedia, la cual en su opinión es de los protocolos y en último extremo de la Confederación Hidrográfica del Júcar. La vía de escape para pasar la pelota a la Administración central. Menudo caradura está hecho este hombre que ha hecho de la mentira su guía de supervivencia. Ya no tendría que estar en el cargo
El peloteo entre Madrid y València durará meses, Sánchez y Mazón ya se han quitado la cascarria de las perneras. Ambos encaran la post catástrofe poniendo en marcha el ventilador de culpas, para que el hedor de las suyas quede disimulado. Lo de pedir comisiones de investigación ya es de chiste.
No hay duda ya que de lo ocurrido en València el Partido Popular no podrá escabullirse. Localizar el problema es imposible. Alberto Núñez Feijóo tiene un serio problema que debe resolver con urgencia, la sucesión de acontecimientos le sitúa en un papel casi irrelevante al frente de la formación conservadora. Así no llegará nunca al palacio de La Moncloa. Mazón le ha dejado sin discurso, ha hecho caso omiso a todos sus mensajes. Mientras, el PP se ha lanzado en tromba a salvarle in extremis con el desaforado intento de bloqueo a Teresa Ribera como vicepresidenta de la Comisión Europea. El ridículo que se está haciendo en Bruselas es de tamaño catedralicio, y más cuando se trata de proteger un dirigente que ha quedado carbonizado por los acontecimientos. Sin futuro. Feijóo, el PP estatal, no puede seguir defendiendo lo indefendible. Debe soltar lastre cuanto antes.
Contradicción turística
Seguimos a la espera de las conclusiones del estudio que lidera el profesor Antoni Riera sobre la reorientación del sector turístico en Balears, pero hay que convenir que a tenor de las informaciones que se suceden en los medios de comunicación se está muy lejos del deseado consenso social y económico. La temporada se prolonga, aunque sea a medio gas, más allá de los meses tradicionales; incluso con cifras de récord tanto en visitantes como en reservas. Algunas propuestas se demorarán hasta el 2026, como es el caso de la limitación de la entrada de vehículos por vía marítima. ¿Menos barcos? Por supuesto que no falta la opción de incremento de recaudación a base de nuevas tasas. Permítanme que sea escéptico. La realidad se acabará imponiendo.