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Distopía

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Si usted soñó alguna vez con un mundo ideal donde la humanidad rebosara felicidad y conviviera plena de valores y en perfecta sintonía con la naturaleza, menudos tortazos nos hemos llevado con la pandemia y ahora con la DANA de Valencia. Pero oiga, nosotros: dale que dale, a lo nuestro y ya veremos. La humanidad es tremendamente frágil y las vidas humanas son insignificantes para la madre naturaleza que se protege de un virus llamado ‘el hombre’. Vayámonos acostumbrando a los fenómenos meteorológicos adversos y violentos porque los estamos pidiendo a gritos. Vientos huracanados, nevadas, granizadas monstruosas, lluvias… Nos hace cierta gracia que a finales de octubre aún vayamos en manga corta, pero es premonitorio. El planeta se calienta, los polos se derriten, subirá el nivel del mar y se anegará buena parte de la costa. Nuestra isla va a ser más pequeñita en menos de medio siglo, pero oiga… no pasa nada, nosotros a lo nuestro. Antes acabará el planeta con nosotros que nosotros con él. Estamos en plena lucha y aunque parezca que vamos ganando, no basta con ganar una batalla para ganar la guerra. Nos podría reconfortar la imagen de la solidaridad colectiva y abrumadora con las víctimas. A mí me apenan y me avergüenzan los saqueadores. Pura carroña. Hurtan lo poco que les queda a los pocos que salvaron su vida por muy poco. Qué asco.

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