Las fotos de Juan Carlos baboseando a Bárbara Rey y los audios en los que el Monarca le cuenta intimidades del tenebroso 23-F o de los ‘chorizos’ que Felipe González metía en el Gobierno, son una trágica humillación para un pueblo engañado que de pronto ha comprendido que aún no le han concedido la mayoría de edad.
¿Por qué se han hecho públicas ahora estas pruebas de hace tres décadas?
La batalla comenzó hace menos de un año con la publicación de varios libros de los periodistas Jaime Peñafiel y Antonio Abad. Hablan de supuestos amantes de Letizia, uno de los cuales, Jaime del Burgo, lo habría sido entre 2011 y 2013. El propio Del Burgo dio detalles al periódico Clarín de Buenos Aires. También colgó significativos mensajes en la red X.
Con esta ofensiva (¿quién la provocó?), Letizia habría perdido buena parte del poder. El emérito, desde Abu Dhabi, se vio reforzado. Ya vive más en Galicia que en el Golfo. Su hija Cristina ha vuelto a aparecer junto a Felipe VI. Era el cambio en Zarzuela.
Como se sabe, el vía crucis de Juan Carlos comenzó después de que Letizia se convirtiese en su nuera. Estallaron las filtraciones de Corinna y los elefantes (¿quién fue?), que determinaron su abdicación. Tras trascender el asunto Del Burgo, Letizia parecía humillada. Y orillada. Y en esto, ¡oh sorpresa!, estalla el escándalo del jefe del Estado haciéndole la escopeta nacional a la vedette desleal, que acabó exigiéndole una millonada que apoquinamos entre todos.
¿Es todo casualidad o nos hallamos ante una lucha de poder comparable a la que mantuvieron Carlos IV contra su hijo Fernando VII en 1808, con la esposa y madre María Luisa de Borbón-Parma convertida en amante del valido Manuel Godoy? Aquel esperpento fue causa de la invasión napoleónica. El pueblo tuvo que embarcarse en la sangrienta Guerra de la Independencia para defender su soberanía. Porque al final, siempre paga el pueblo.