El modelo de crecimiento turístico, sobre el tapete político. Las denuncias sobre saturaciones, malestar social y espacial, impactos sobre mercados cruciales como el de la vivienda, afectaciones directas en el terreno cultural, etc, constituyen factores que conforman un completo mosaico de problemas que se adscriben al excesivo desarrollo turístico. Hace ya bastantes años que algunos venimos investigando, escribiendo, publicando y diciendo, a quienes nos han querido escuchar, que urge un cambio en la pauta de crecimiento económico. No se trata de filias o fobias extremistas, o de reflexiones de laboratorio, alejadas de un entorno económico y social real. Esa tesis, compartida, insistimos, por más gente, se sustenta sobre datos. No sobre opiniones sin fundamento alguno.
La lista de publicaciones y declaraciones al respecto son abundantes. En ellas, se exponen diagnósticos precisos sobre la evolución de la economía de Baleares, desde diferentes parámetros. Entre estas publicaciones, varias tesis doctorales y diferentes trabajos de investigación. Sin olvidar contribuciones más recientes, como la del CES-UIB, de 2020, aprobada por el Plenario del CES tras más de dos años de investigación de 35 expertos y expertas de la UIB en diferentes campos del conocimiento, junto a las aportaciones de la Fundación Ramon Folch y con la asesoría de catedráticos de prestigio como Capitolina Díaz, Marina Subirats, Anton Costas, Andreu Mas-Colell, Emilio Ontiveros, Josep Maria Bricall o Enric Tortosa. Cientos de páginas, en total, sobre diagnosis de las economías insulares, con el gran valor añadido de que algunos de esos trabajos ofrecen, además, propuestas concretas. Vamos sobrados de diagnósticos. Falta su traslado efectivo a la política económica.
Frente a todo esto, se ha anunciado la iniciativa de las mesas de trabajo sobre la sostenibilidad, desde el Govern balear. Un proyecto encomiable, que denota la preocupación que parecer embargar al ejecutivo conservador sobre el problema de esa saturación turística que, además de provocar dificultades sociales y económicas, está generando reclamaciones cívicas en la calle, como se observó hace unos días. En el Congreso de Turismo Cívico, promovido por el Fòrum Cívic hace pocas semanas, se escucharon diferentes argumentos sobre los aspectos vinculados a la sostenibilidad de la economía balear. En una de las mesas iniciales del evento, algunos intervinientes, que siguieron a la alocución de la presidenta de la comunidad autónoma, enfatizaron una idea: faltan estudios, una conclusión que la dirigente ya había formulado en su discurso. Pero no: no faltan estudios. Hay estudios para aburrir: más detallados, con mayores solideces científicas. Existen. Probablemente, estén encerrados en cajones de diferentes administraciones. Pero ahí están, esperando el sueño de los justos. No nos engañemos, ni tratemos de dilatar medidas: ya sabemos qué tiene el enfermo, conocemos sus síntomas, revisamos sus constantes. Falta la posología y la voluntad de aplicarla. Tenemos el diagnóstico. No perdamos más tiempo en más reuniones y en más estudios, para apilarlos junto a los otros.