Hay lugares que nos salvan de la masificación. En Artà, el pueblo de Mallorca donde los demonios saltan y bailan por Sant Antoni, el pueblo de les Coves i Sant Salvador, hay unos pocos hoteles para viajeros singulares, personas que huyen del turismo convencional o mallorquines que desean hacer una pausa en la agitación de su vida ciudadana.
Os recomiendo el Hotel Forn Nou, que se encuentra en el Carrer del Centre, número 7. Si buscamos el trato personalizado, la amabilidad y la cercanía, la opción de sentirse por un tiempo vecino del pueblo, hemos encontrado uno de esos lugares en el mundo que nos ayudan a estar bien.
Hay millones de hoteles en todo el mundo. Si consideramos que Mallorca es nuestro propio mundo, donde tenemos la suerte de vivir, resulta agradable encontrar rincones con un encanto especial. Creo que la sencillez, el buen gusto y la hospitalidad suelen ser la clave del éxito.
Toni Miquel es el propietario de este hotel. Como si nos instaláramos en una casa del pueblo, se nos recibe con amabilidad y discreción. Durante mi vida he tenido la oportunidad o la suerte de conocer muchos hoteles de geografías dispares. He olvidado algunos por completo. Otros perduran en mi memoria porque fueron el escenario de momentos de mi vida. Unos pocos me enamoraron porque poseían un halo indefinible, una personalidad propia que tenía poco que ver con la convencionalidad. El Hotel Forn Nou tiene esa personalidad hecha de gracia y buen hacer.
Una de sus habitaciones tiene ochenta metros cuadrados y una piscina propia. Es un espacio que invita al descanso y a la intimidad. El hotel tiene restaurante propio.
En nuestros recorridos por Mallorca, cuando los turistas nos lo permitan, los mallorquines podemos regalarnos un par de noches de placidez. Seguro que nos dan fuerzas para volver a la ciudad y continuar con una mirada más limpia.