Estamos arrancando julio y han pasado por aquí, que sepamos: Mark Zuckerberg, el señor que inventó Facebook y luego lo echó a perder aunque sigue siendo igual de rico o más; Michael Jordan, icono absoluto, si bien Nike ande en horas bajas, al igual que el equipo de la NBA que compró, del que no ha hecho carrera; Magic Johnson, tan icono y más simpático y al que poco se le puede reprochar sobre cómo van los Lakers y Michele Obama, que tampoco es responsable de la marcha de Estados Unidos desde la jubilación de su marido. También ha estado Tom Cruise pero ya es un señor irreconocible. Son cinco personas nada más pero, en lugar de estar en Cape Cod, Hawái, las Bahamas o sitios similares para millonarios norteamericanos, han pasado unos días por Mallorca para pasar el rato. Ninguno de ellos ha venido por motivos profesionales y seguramente tampoco ninguno haya llegado en una línea aérea regular. De paso se han instalado en la Isla prófugos fiscales de EEU, al menos uno que haya quedado registrado en este diario.
Con los muy ricos de EEUU ocurre una cosa: son mucho más ricos de lo que se pueda imaginar. Otra liga en patrimonio. Un rico autóctono se queda poca cosa a su lado. Incluso los millonarios europeos son una minucia. Existen diferencias cualitativas también, pero las cuantitativas, que son las que interesan, son sustanciales. Por lo tanto, si las llegadas de esta especie comienzan a hacerse habituales, el cambio de escalas que implica será sensible. Lo mismo que si se introducen cinco leones en un bosque lleno de lobos. Cualquiera se imagina que la situación de las gacelas no cambiará en demasía porque alguien se las comerá, pero a bocados más grandes. Otras especies más pequeñas se encontrarán con que los lobos, faltos de otra cosa, les echarán el diente y así, se mueve la pirámide sin que quede muy claro dónde está el suelo.