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La perra gorda

| Palma |

El centro derecha se está apoderando del relato turístico y desmonta la pretendida superioridad de la izquierda en relación a la salvaguarda del territorio. Lo cual tiene su mérito después de tantos años de acusaciones desde el sanchismo y asociados de ser los depredadores del suelo. Los datos que se van conociendo de los ochos años de gobierno de Francina Armengol evidencian por un lado que todo el relato era un cuento y que, por otro, pierden cualidades a la hora de fabricarlo. Entendiendo relato como el trampantojo de la política que pretende sustituir los hechos por cómo se explican al margen de la realidad y de la verdad. El sanchismo demuestra constantemente que sólo es cierto aquello que conviene a sus intereses.

En el balance del octenio de gobierno de izquierdas queda el aumento de las plazas turísticas en torno a las 115.000 y la incapacidad de hacer frente al incremento del arrendamiento turístico irregular. Desde el activismo ecologista se cifran en casi 3.000 los chalets autorizados en suelo rústico, el 48 % de las licencias concedidas durante los últimos veinte años. Bonanza turística y creciente población nos han traído hasta hoy: la carencia de viviendas, el colapso circulatorio, la pérdida de referentes culturales y la alta concentración de turistas desembocan en el malestar de amplios estratos sociales. Sin que se haya emprendido iniciativa notable alguna en infraestructuras, exceptuando la autovía Llucmajor-Campos que tan mala conciencia mantiene en los nacionalistas de Més y en la extrema izquierda. El incumplimiento de los compromisos de construcción de viviendas ha impedido amansar un mercado fuera de control. Como si las consecuencias de la saturación turística fueran responsabilidad del PP, una nutrida representación de los grupos y asociaciones que mostraban su complacencia con las administraciones de izquierdas se han reunido esta semana en el I Congreso de Turismo de la Sociedad Civil cuya efectividad crítica se ha visto un tanto desactivada por la participación de la presidenta del Govern, Marga Prohens. Aun y así, la idea de prohibición ha sido quizá la más escuchada. El Consell de Llorenç Galmés, con la decisión de reducir plazas turísticas, y la convocatoria por el Govern de un amplio foro de debate del que los grupos de trabajo constituidos han de aportar diagnósticos y alternativas, han arrebatado la iniciativa a la izquierda. El primer propósito deberá ser aplacar la inquietud de medios informativos internacionales que, después de la manifestación de mayo en Palma y las concentraciones en sa Ràpita y el Caló des Moro, se refieren sin tapujos a hostilidad hacia los turistas en Balears.

A raíz del acuerdo sobre el Poder Judicial entre Pedro Sánchez y Núñez Feijóo, el presidente, con su displicencia habitual, ha extraído del baúl de las palabras olvidadas la expresión «para ti la perra gorda» (zanjar una cuestión como si se estuviera dando la razón a la parte contraria pero no dándosela en realidad) con el fin de quitar mérito al desempeño del PP. En el debate turístico tanto da de quien sea la perra gorda mientras se avance hacia el objetivo, en apariencia inalcanzable, de un cierto equilibrio de forma que, según expresa un dirigente empresarial, no vayamos a hacernos demasiado daño.

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