Cuentan que, en 1804, cuando se comunicó a Joseph Fouché que sus agentes habían asesinado al jefe de lo que quedaba de la familia Borbón en Francia tras el terror revolucionario, susurró «es peor que un crimen, es un error». Viene esto a cuenta de la reacción del presidente del Parlamento balear a la exhibición, por parte de un miembro de la Mesa de aquél, de la fotografía de la Sra. Aurora Picornell. No pretendo comparar al Sr. Le Senne con el Jefe de Policía de Napoleón, ni hmucho menos– a la Sra.
Picornell con el jefe de la familia reinante en Francia hasta que la guillotina empezó a funcionar, precisamente, para aquello que fue ideada. Argumenta el Sr. Presidente que había advertido antes a la Sra. Garrido, que así se llama la miembro de marras de la Mesa del Parlamento, y que aquella le había contestado que la expulsase del hemiciclo. Argumenta el Sr. Presidente que el reglamento prohíbe actuaciones como la referida. Quizás tenga razón. Sin embargo, en la política-espectáculo vigente, más espectáculo que política, igual que en el truc y en otros ámbitos de la vida «hay que ser un poco puta» (Rafel Ramis, actor, dixit; película YO). Por ahora lo que ha conseguido el Sr. Le Senne es lo que los socialistas querían y su cabecilla Negueruela ya había avisado: lío en la calle y en la prensa, incluidos los tabloides digitales que tanto ataca su jefe supremo, Sánchez. Además ha conseguido que ese episodio tape, siquiera parcialmente, los negocios de Doña Begoña, los ultimátums –con tintes de matón de discoteca– sobre el cambio de legislación referida a la composición del Consejo General del Poder Judicial y las andanzas hispano-lusitanas de un tal Azagra que por lo visto es hermano del presidente Sánchez, aunque procura ocultarlo. Yo haría lo mismo.
Bien haría el Sr. Le Senne en controlar su, hasta ahora, oculta bravura. En la Fiesta Nacional, el toro es –generalmente– más bravo que el torero, pero con inteligencia, técnica, buen estado físico y un poco de putería suele ganar el segundo. Hablando hace poco con un bregado espécimen de la prestigiosa ganadería de la derecha insular, aunque un poco pasado de arrobas y de trapío un tanto periclitado, me comentaba que demostró el Sr. Le Senne no ser un político, pues debería haber suspendido la sesión, ordenar a los ujieres retirar cualquier símbolo de la mesa y, encerrado en su despacho, pensar algún ‘envit' contra la Sra. Garrido y sus mesnadas.
Lo dicho, en estas lides hay que ser un poco puta, aunque sin llegar al extremo del presidente del Parlamento de Cataluña que, a pesar de la orden en contra del Tribunal Constitucional, permitió el voto telemático de dos fugados de la justicia. Otro extremo de putería, unido a una doblez lindante con la cara dura, es la del Tribunal Constitucional diciendo que aunque, efectivamente, los votos telemáticos no procedían, no cabe anular el resultado de la votación. Una cosa es ser un poco puta y otra aliarte con aquéllos a los que debes juzgar haciendo ver que llueve cuando realmente te están meando encima. Me recuerda ello una peripecia personal. Encontré a un alumno con un chuleta y, cual presidente del Parlamento, le puse un cero. Posteriormente me denunció. Reconocía el hombre que había copiado, pero argumentaba que ninguna de las preguntas del examen coincidía con el contenido de la chuleta. Una excusa, salvando las distancias, propia del PSOE para justificar más de cien años de traiciones y desmanes como el auténtico indulto que el Tribunal Constitucional ha dictado contra una socialista sentenciada por la gestión de los ERE en Andalucía.
Un triste espectáculo, en su conjunto, fruto del extremismo que se ha apoderado de partidos y gentes que, aunque no llega al de los años treinta, resulta moralmente impresentable, políticamente peligroso, socialmente desestabilizador y estéticamente de un mal gusto evidente. Unos y otros deberían reflexionar y recordar que la libertad, la democracia, los derechos de la persona y la paz social son tesoros que llevamos en vasijas de barro, que no de fango. Conviene cuidar el continente para que el contenido no se desparrame y se eche a perder.
Como empieza el verano y no hay sesiones del Parlamento balear, les recomiendo la lectura de la biografía de Fouché de Stefan Zweig. No me gustó tanto como la de María Estuardo pero siempre será más edificante que meditar sobre el triste estado en que se encuentra nuestra Patria. También pueden colaborar a salvar nuestra identidad echando alguna partida de truc o viendo alguna corrida, de toros claro. Les recomiendo los Santiago Domecq y a Borja Jiménez. Lo del fútbol ya es un poco vulgar.
Posdata para víctimas de la LOGSE y descreídos varios: La referencia a las vasijas la he recogido de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios. No sea cosa que el obispo me quiera cobrar derechos de autor.