El triste espectáculo vivido hace unos días en la sede del Parlament, con la actuación autoritaria y machirula de su presidente al arrancar una fotografía de víctimas asesinadas por el franquismo del ordenador portátil de la vicepresidenta Garrido, y la posterior expulsión irregular de esta y de su compañera Pilar Costa, es un episodio más del circo tenebroso en que la extrema derecha convierte todo lo que toca.
La presidenta Margalida Prohens es la responsable directa de la degradación democrática que están sufriendo nuestras instituciones públicas, pues esta es consecuencia del acceso de la ultraderecha a posiciones de poder e influencia, siendo la más funesta la Presidencia del Parlament de les Illes Balears, en manos de Gabriel Le Senne, un siniestro y acomplejado personaje que oscila entre el ultracatolicismo y el libertarismo económico.
El Partido Popular ha aceptado pagar estos peajes a la ultraderecha porque no tiene votos suficientes para sacar adelante ni unos presupuestos, ni una simple ley. Y a eso le llama ‘pacto'. En realidad no es más que un simple chantaje por parte de un oscuro grupo de nostálgicos del franquismo, que han aprovechado la debilidad de Prohens para colar su agenda del odio. Ni el tema del catalán en el ámbito educativo, ni el tema de la memoria democrática, se habrían convertido en los campos de batalla ideológicos que son hoy en día en Balears si no fuera porque así lo ha exigido quien representa menos del 8 % de la masa electoral, pero que tiene la llave del despacho de la presidenta.
Así de fácil se pervierte la democracia. Pero no se trata de la situación parlamentaria, que es muy habitual en el contexto del parlamentarismo. Lo que marca la diferencia es que el PP le está brindando la ocasión de imponer sus causas a un partido que no es democrático: Racismo, xenofobia, machismo o discriminación por identidad sexual, no hay por donde coger su programa. Hay un nexo común en sus propuestas, y es el del recorte de derechos determinados, ya sean los de las víctimas del franquismo, las mujeres, las personas catalanohablantes o inmigrantes. Nos enfrentamos a recortes de derechos que son conquistas sociales que nos han colocado entre los países más garantistas del mundo. Son derechos que hay que proteger para evitar que nuestra sociedad sea menos justa.
El Partido Popular pretende ponerse de perfil cada vez que Gabriel Le Senne o David Gil agreden a unas víctimas, con la palabra o a zarpazos. Ponerse de perfil cuando la agenda ultra les impone la derogación de una ley que garantiza derechos a esas víctimas, aunque años antes le hubieran dado apoyo. El PP pretende ponerse de perfil cuando toda la responsabilidad recae en su decisión de plegarse a los dictados de un grupo fascista a cambio de poder seguir gobernando, aunque eso nos cueste a todo el mundo la pérdida de esos derechos y de la calidad democrática que nos aportan.
Pues no les vamos a dejar ponerse de perfil, estaremos al lado de las nietas de los asesinados, agitando sus fotografías, y señalándoles como lo que son: los auténticos responsables de dar poder al fascismo. Como si no hubiéramos aprendido nada acerca de a donde nos lleva eso.