El espectáculo del controvertido president del Parlament, el derechista radical Gabriel Le Senne, dando un manotazo al ordenador de la socialista Mercedes Garrido y arrancándole la foto de la emblemática víctima del franquismo Aurora Picornell, va mucho más allá de un tragicómico sainete protagonizado una vez más por Vox y su entorno.
Estos hechos tienen una lectura más profunda. Ocho décadas después de su asesinato, Aurora Picornell le ha dado a la izquierda isleña una victoria clave que le abre el camino de la recuperación del poder dentro de tres años. Con el ataque de histeria de Le Senne queda probada y sellada la importancia esencial de la memoria histórica dentro del devenir presente y futuro de nuestra democracia.
El PP de Marga Prohens le ha regalado el centro político a la izquierda. El haber pactado el año pasado con Vox y votado al frente del Parlament a un personaje como Le Senne constituye el punto de inflexión a partir del cual este partido pierde el legado moderado que en su día impulsó Gabriel Cañellas. Le Senne no sólo rasgó y arrancó la imagen de Picornell. También rasgó y arrancó la memoria de Cañellas, creador del autogobierno balear desde la moderación.
Prohens se ha quedado sin centro. Y sus Baleares son ahora la chirigota y el regodeo desde Gata a Finisterre por lo que acontece en su Cámara legislativa. Eso pasa por pactar con la extrema derecha.