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La diplomacia es incompatible con el insulto

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Aveces me preguntan si creo que es importante hacer amigos en las relaciones internacionales, si la política exterior es independiente de las personas porque afecta a los Estados.
Una de las importantes capacidades de Felipe González en sus años de gobierno fue su habilidad para hacer amigos entre los líderes políticos con independencia de sus afinidades ideológicas. Su buena relación personal con el conservador Cavaco Silva, primer ministro de Portugal durante muchos años, es un buen ejemplo. Pero lo mismo con el cristiano demócrata Helmut Kohl. En ambos casos se obtuvieron importantes beneficios para nuestro país dentro de la UE.

Precisamente porque las relaciones internacionales son de Estado a Estado y los estados no pueden desaparecer y precisamente también porque los gobernantes de un estado los eligen los ciudadanos y no los dirigentes de otro país, hay que cuidar mucho las relaciones personales. Especialmente en el ámbito geográfico y político que nos es importante.

Pedro Sánchez participó en la campaña en Argentina a favor del candidato peronista derrotado por Milei en las elecciones presidenciales, calificando a Milei de «estridente». El ministro Oscar Puente puso a Milei como un ejemplo de «mala persona» en la política y le acusó de tomar «no se que tipo de sustancias». No parece que sea la mejor manera de hacer amigos con el gobierno de Milei.

Las relaciones con los países iberoamericanos siempre habían estado por encima de ideologías y gustos. Ni Fidel Castro rompió con el gobierno de Franco ni acudió al insulto. Ni España en momentos muy comprometidos rompió con Argentina cuando la guerra de Las Malvinas, en 1982. Ahora Milei, en un acto en apoyo de Vox, se ha excedido en la forma y en el fondo de manera intolerable como si quisiera responder a Pedro Sánchez. Inquietante y estrafalario este Milei con propuestas y medidas que producen estupor como mínimo.

El verdadero estadista se mide por su capacidad para defender los intereses de un país, de una nación, no los de un partido o de una ideología. Asistimos a una degradación de las relaciones internacionales, a un olvido de las reglas básicas de la diplomacia que no por aburrida deja de ser eficaz. Si nos movemos por la ideología o por el insulto para provecho propio en el escenario nacional, rompemos las reglas del respeto y encendemos un fuego que no sabemos como se va a apagar.

No hay, no debería haber una crisis entre España y Argentina. Hay una verborrea incontenible de unos personajes ideologizados que atizan un fuego conveniente para el consumo interno pero nefasto para las relaciones de los dos países. No se yo lo que quiere Milei, pero Sánchez no parece tener interés en hacer amigos.

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