Alguien, con gran sensatez, me dijo: «Somos personas maduras cuando el guardar un secreto nos causa mayor satisfacción que divulgarlo».
Las personas parlanchinas no son maduras. Los que divulgan chismes carecen de madurez humana.
La persona madura sabe guardar un secreto con naturalidad y elegancia.
El que lo divulga todo es una persona inmadura que puede causar mucho daño moral.
Los que no saben guardar secretos adolecen de una grave inmadurez, que los inhabilita para llevar a cabo ciertas tareas de gobierno que exigen discreción y prudencia.
Sin madurez, el gobernante o el director de una empresa o institución fracasa. Sin madurez, la persona no sirve para el mando. El fracaso está asegurado.
Solo con personas maduras, la sociedad puede funcionar debidamente.